En el marco de este proyecto, que ha contado con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a través del Programa Pleamar cofinanciado por el FEMP, se han estudiado dos áreas marinas protegidas: el sistema de cañones submarinos de Avilés en el Atlántico y los valles submarinos del escarpe de Mazarrón en el Mediterráneo, combinando metodologías experimentales y de análisis
de series históricas de las campañas científicas del IEO.
Estos análisis han permitido caracterizar a escala local la diversidad taxonómica y funcional de las comunidades, así como otros indicadores de las cadenas tróficas marinas que indican, por ejemplo, dónde la producción marina es mayor y/o de mayor calidad, permitiendo un flujo más eficiente de energía desde los productores primarios hasta los depredadores superiores.
Durante el proyecto los científicos han determinado, para tres especies diferentes -pintarroja (Scyliorhinus canicula), merluza (Merluccius merluccius) y gamba blanca (Parapenaeus longirostris)- su firma bioquímica, es decir, sus concentraciones de ácidos grasos esenciales y su acumulación de isótopos estables, que permiten identificar cambios en la dieta y por tanto saber dónde se están alimentando.
Los resultados del proyecto proporcionarán una serie de recomendaciones para incluir la influencia de la protección de una zona en el funcionamiento ecológico de sus áreas adyacentes, información que puede ser incluida en el futuro en los planes de seguimiento y monitorización de estas áreas marinas protegidas. Estos resultados preliminares se presentaron recientemente en la sesión sobre conectividad funcional que albergó el Congreso Internacional de Ciencias Acuáticas de la Sociedad Americana de Limnología y Oceanografía, que tuvo lugar on-line el pasado mes de junio, así como en unas jornadas públicas celebradas de forma virtual el pasado 8 de julio.

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