De estar de alta en el ISM (Instituto Social de la Marina) español a figurar en las listas del Enim (Établissement National des Invalides de la Marine) francés. Cientos de marineros españoles, buena parte de ellos gallegos, enrolados a bordo de barcos de capital nacional pero con pabellón de Francia, han tenido que darse de baja en la Seguridad Social de su país de residencia, España, para registrarse en el sistema de protección galo por imperativo de la Inspección de Trabajo del país vecino.
Aunque desde el ISM sostienen que aún se está negociando con la Administración francesa y, de hecho, subrayan que todavía confían en solucionarlo definitivamente con el retorno de los marineros afectados al paraguas de la Seguridad Social española, lo cierto es que los armadores ya se han dado por vencidos, inscrito a sus trabajadores en el régimen galo, y ahora solo esperan que el convenio bilateral que España y Francia pretenden suscribir como solución al desencuentro sea lo más amplio y lo más beneficioso posible para dar cobertura a los marineros afectados y que estos no pierdan prestaciones sociales.
Y es que cotizar en Francia es, si cabe, el menor de los problemas para las casas armadoras, que en lugar de pagar a España lo harían a Francia. Dejando ya de lado que constituye una pérdida de cotizantes para el Régimen Especial del Mar de la Seguridad Social española, por lo de pronto, los marineros inscritos en el Enim dejarán de tener su médico de cabecera en el centro de salud de su residencia para tenerlo en un dispensario francés, suelo que no pisan prácticamente nunca, a no ser por causas de fuerza mayor. «Cuando estén en tierra en Galicia, tendrán que ir al médico de desplazados con la tarjeta sanitaria europea», apunta Juan Carlos Corrás, gerente de Pescagalicia, una de las asociaciones afectadas por la curiosa interpretación legal que hacen las autoridades francesas.
Cobertura social
Lo de la atención médica al asegurado y a sus familias es solo uno de los trastornos. Prestación por desempleo, cuantía de las aportaciones… La legislación laboral francesa difiere de la española. «No es lo mismo aquí que allá; no rigen las mismas normas, ni la cobertura social es la misma», señala Corrás. Explica que, por ejemplo, el tripulante de una embarcación española puede darse de alta en el paro y volver a enrolarse después en ese mismo barco, mientras que en Francia eso no está permitido y debe transcurrir determinado plazo de tiempo para que pueda volver a trabajar a bordo de ese buque.
En Pescagalicia están convencidos de que Francia no tiene razón, de que no tiene cobertura legal para obligar a reclutar para sus filas cotizantes españoles, pero viendo la tibia defensa desde el lado español se muestran derrotistas y solo «esperan con resignación ese convenio para que lo cotizado allá compute para la pensión aquí y que incluya la máxima cobertura social posible».
Más contundente se mostró José Ramón Fuertes, gerente de la Cooperativa de Vigo, que señala que «hay inspectores de Trabajo en Francia que pretenden obligar a las empresas españolas a pagar la Seguridad Social francesa y eso no es acorde a los reglamentos comunitarios». Por eso espera que fructifiquen esas negociaciones bilaterales para que los marineros españoles puedan seguir bajo el sistema de protección que le corresponde.
Afectados
Aunque desde el ISM no han avanzado datos de los cotizantes que han perdido por este motivo -y las estadísticas no reflejan con fidelidad el problema, dado que incluyen tanto las exportaciones como las altas y bajas por paros temporales-, lo cierto es que, desde el sector, apuntan que la mayoría ya han pasado al Enim. Por datos del ISM, antes del plazo dado por Francia para hacer el trasvase -15 de enero- estaban afectadas 42 empresas con 53 barcos y 481 trabajadores, de los que 78 eran portugueses.
Irregularidades de unos pocos que derivaron en un «castigo colectivo» a la flota
Lo de que haya armadoras gallegas que tengan barcos con bandera francesa no es de ahora. Es un efecto secundario de esa estabilidad relativa que 27 de los 28 socios se cierran en banda a alterar. Una clave de reparto que otorga más cuotas a los países que estaban en el club europeo antes del 83, por lo que deja a España cupos exiguos para el potencial de su flota y otorga a otros ingentes cantidades de especies de interés para Galicia que año tras año quedan sin pescar. Así es que hay armadores que adquieren barcos franceses (o británicos, o irlandeses…) para aprovechar unas cuotas que los demás no tienen por objetivo, ni son capaces de capturarlas. Y como barcos galos que son, deben pasar allá inspecciones y revisiones como la que, el año pasado, descubrió ciertas irregularidades en la contratación de marineros por parte de empresas concretas. «Contrataban a marineros como autónomos», comentan fuentes del sector. Y así fue que un inspector de Trabajo interpretó que todo enrolado en un buque francés debería cotizar en Francia, con lo que desde esta Administración puso como fecha tope el 15 de enero para que todos los marineros en buques galos pasasen a su sistema de protección. Todo lo más que se ha conseguido es posponer esa fecha y abrir una negociación bilateral.
Sin embargo, para evitar problemas, la mayoría de los armadores ha pasado al Enim a sus empleados. «É como un deses castigos colectivos do colexio», apuntan desde el sector, que espera que el camino abierto por los franceses no sea transitado ahora por británicos, irlandeses o alemanes, que también dan su bandera a un puñado de barcos que, en realidad, son de empresas gallegas y tripulantes de esa esquina peninsular.