En la terminal oeste de Dunkerque, el Bulk México, de 176.000 toneladas, 292 metros de eslora y 45 de manga, acaba de descargar parte de su cargamento de carbón de Brasil. Aliviado y mostrando ahora un calado de 14,25 metros va a poder comenzar su segunda etapa en Dunkerque, en el muelle Sollac, detrás de la esclusa de Charles de Gaulle.
Cuatro remolcadores, dos a proa y dos a popa, se cuelan bajo el casco y comienzan a manejar con pericia el gigante del mar, evitando las corrientes y bancos de arena que se adivinan mirando la superficie marina. “Aquí siempre hay viento”, afirma sonriendo uno de los capitanes, “aunque nuestro problema no es el viento, como en el Golfo de Vizcaya, es la mar corta y las corrientes y, sobre todo, los bancos de arena que nos rodean”.
Cuatro horas y media emplearán en conducir a este mastodonte desde alta mar a los muelles. El Bulk México alcanza suavemente el muelle. Se abren las escotillas del gran barco. La maniobra ha terminado.