LA VOZ DIGITAL. Un barco del IEO, el Ángeles Alvariño, y el ROV Liropus 2000, comprobarán el estado en que los cazatesoros dejaron el yacimiento.

Era una cuestión de dignidad que, como país, España tenía pendiente y que por fin se va a cumplir en poco más de un mes. Ocho años han pasado ya desde que Odyssey Marine Exploration (OME) expolió un yacimiento arqueológico en aguas del Atlántico para extraer 17 toneladas de monedas de plata y oro, que fueron llevadas a Florida secretamente en dos aviones fletados desde Gibraltar. Y en todos estos años nadie había comprobado si la compañía cazatesoros dijo la verdad o no, si se había llevado del lugar sólo las monedas declaradas o también los cañones que aparecían en sus vídeos, si había causado otros daños… Hubo que creer a pie juntillas lo que decían los cazatesoros, porque el peso de la prueba recayó siempre en España, lamentablemente. Debíamos demostrar nosotros que se trataba del expolio de un barco español, protegido por la inmunidad soberana. Ése fue el principio que permitió ganar el juicio, la demostración de que era un buque de Estado.

Los cazatesoros incluso obligaron a nuestros técnicos a firmar un leonino contrato de confidencialidad sobre los medios y los métodos empleados para la extracción, que no pudieron conocerse durante el juicio, lamentablemente, antes de permitirles ver las monedas. Y sin verlas no se podía demostrar que se trataba del pecio que ya se sospechaba: el de la fragata Mercedes, hundida en 1804 en la batalla del Cabo de Santa María. Al final, España lo pudo demostrar ante el juez y derrotó en todas las instancias a los cazatesoros de OME, a los que la sentencia acusó de mentir, porque habían ido siempre a por la Mercedes, y de mala fe durante el proceso.

 

Las dudas sobre el proyecto

Las monedas volvieron a España en febrero de 2012. Ni siquiera entonces España consideró conveniente comprobar el yacimiento. Inexplicable. Llegó incluso a pedirse por vía judicial, en el proceso contra Odyssey abierto en la Línea de la Concepción, pero nada. Se ha hecho a espaldas del juzgado. Como si nuestras autoridades tuvieran un interés ausente o las manos atadas.

 

Todo cambió en enero pasado, con la llegada del nuevo director general de Bellas Artes, Miguel Ángel Recio, confirmó a ABC la intención de acudir al yacimiento este verano. Pero entonces se decía que, por las implicaciones internacionales del caso, se prefería acudir con un barco francés y con mando de Unesco. El barco sería el André Malraux, de la Drassm, agencia arqueológica del país vecino.

Las reacciones a esa afirmación fueron malas. Se dijo desde diversas instancias que, así concebido, además de tarde se haría mal. Que nadie imagina a un país desarrollado como Francia pidiendo un barco británico para comprobar el expolio de un pecio napoleónico en el Canal de la Mancha porque ofrecería una impresión de falta de medios y pericia. La presencia de Unesco, útil en otros casos, era injustificable, comentaban en medios arqueológicos ¿Por qué Cultura siempre tiene que ir de su mano?, decían reputados arqueólogos.

Según ha podido confirmar este diario de fuentes próximas a Cultura, el director del Instituto Español de Oceanografía (IEO), Eduardo Balguerías, acudió al despacho de Recio cuando supo de ese proyecto y entonces quedó claro que la inspección podría hacerse con bandera española y no de Unesco, y con medios españoles y no franceses.

 

Barco y ROV submarino

Y fue entonces, hace apenas dos meses cuando se eligieron los medios y el calendario. En la web del IEO, una institución transparente, figuran los planes de su flota con bastante antelación. Allí comprobamos que el elegido es el buque Ángeles Alvariño –un modernísimo barco de 46,7 metros de eslora por 10,5 de manga con posicionamiento dinámico y capacidad para llevar 13 científicos y 14 tripulantes, que tiene su base en Vigo–. En su calendario de operaciones para este verano está planificado mantenimiento y pruebas con el ROV (Remote Operated Vehicle, vehículo operado por control remoto) llamado Liropus 2000, entre el 9 y el 14 de agosto.

Después acudirá a Cádiz. Y desde 18 al 24 de agosto navegará hasta el yacimiento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, un lugar a casi 30 millas de la costa portuguesa en el que Odyssey aseguró que estaba el pecio. Para comprobarlo bajará los 1.100 metros de profundidad el Liropus 2000, que fue bautizado así por la especie de crustáceo de cueva del mismo nombre, descubierta por españoles. El número 2000 es la profundidad óptima en la que opera, aunque puede bajar a 3.000 metros. Es un modelo SuperMohawk, que posee 6 motores, cinco cámaras (una HD y otra para trabajar sin apenas luz), dos brazos hidráulicos para la toma de muestras sólidas, líquidas y gaseosas, entre otras características.

 

Miguel Ángel Recio: «España se ocupa»

Contactado anoche, Miguel Ángel Recio confirmó a ABC que «esta misión está llamada a demostrar, precisamente, que el pecio es español y que nuestro país se ocupa de su patrimonio subacuático». Por ello, el director de la misión será el responsable del Museo Arqua, el arqueólogo Iván Negueruela, «que tiene toda mi confianza como responsable», aseguró el director general de Bellas Artes. Otro objetivo primordial para Cultura es «divulgar lo que hay, para que la palabra de Odyssey no sea ya la única sobre lo ocurrido, que se deje de hablar de tesoro de la Mercedes porque hay cosas más importantes ahí, un patrimonio muy valioso que preservar y unas víctimas a las que rendir homenaje». A tal efecto se pondrá una placa, a 1.100 metros, como gesto de memoria a las 275 personas que fallecieron durante el ataque inglés y cuyos restos sufrieron el expolio de Odyssey.

Además de los arqueólogos y el personal técnico, viajará al yacimiento un equipo especializado en filmación para divulgar lo que se encuentre. «No hemos estado allí y todavía no sabemos lo que vamos a encontrar. Pero sea lo que sea hay que ir y divulgarlo», sentenció Recio.

 

Ahora , el método científico

La misión, ocho años después, sólo puede ser de carácter científico. Por tanto fiel a un método y una ética pública. De ahí la presencia de arqueólogos. Lo ocurrido con la Mercedes fue un asunto público relevante, no una cuestión que pueda decidirse fuera del escrutinio público. Según supo ABC, parte del equipo de Cultura prefería que no se contase la misión hasta septiembre. Afortunadamente se ha impuesto la transparencia.

Según diversos arqueólogos subacuáticos, habrá que documentar fotográficamente el yacimiento y tomar muestras diversas de los restos. El estudio y el respeto al método científico es lo único que podrá resarcir la memoria de aquellas víctimás atrapadas entre los restos de la batalla de 1804. En otros países (Suecia o EE.UU.) las operaciones arqueológicas de casos relevantes se ofrecen casi en directo y han despertado mucha atención entre la población. La historia naval española tiene un gran potencial porque nos dio presencia en todo el mundo. La investigación arqueológica de ese importante pasado de exploración y creación de la primera red global de comercio es una gran oportnidad para que nuestro país ofrezca una imagen internacional de innovación y rigor científico. Y para colaborar bajo un nuevo espíritu de cooperación científica con países con los que compartimos una historia común, la lengua y una visión del mundo en un ámbito que puede redefinir el papel de España en lugares como Iberoamérica.

 

http://www.lavozdigital.es/cultura/20150709/abci-pecio-mercedes-inspeccion-odyssey-201507082151.html

 

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