NAUCHER GLOBAL. En las últimas décadas son muchos los cambios que se han producido en la industria marítima. Este sector suele ser considerado como una economía madura, cíclica y de alta capitalización. Uno de los hechos que evidencia la capitalización hace eco en la gestión y planificación por parte de los armadores a la hora de evitar costes y rentabilizar más la nave.

En el ejercicio de su actividad comercial el naviero precisa de una serie de colaboradores en ámbitos diversos. A estos colaboradores en el marco de la Organización Internacional del Trabajo y de otros organismos internacionales como la OMI se les denomina como “gente de mar” en sentido amplio.

 

A nivel nacional el RD 2.062/1999, por el que se regula el nivel de formación en profesiones marítimas (BOE nº 18, de 21 de marzo de 2000), modificado mediante RD 323/2008 de 29 de febrero (BOE nº 65 de 15 de marzo) define la “tripulación” como el personal embarcado que preste servicios profesionales en los buques civiles, esta condición se adquiere en virtud de un contrato de embarque que liga al trabajador con el naviero.

 

Durante el siglo XX las tripulaciones a bordo de las flotas mercantes eran de una sola nacionalidad o, al menos, de varias muy relacionadas entre sí. Actualmente la aparición de buques especializados, el aumento de la flota, la facilidad de movilidad de viajeros y el interés de los armadores por reducir y abaratar los costes de personal en la gestión financiera de la nave, emplean tripulaciones multinacionales. Esto ha implicado la llegada al sector marítimo de personal llegado desde países en vías de desarrollo.

 

Esta situación obligo a implantar el modelo STWC/78 y las enmiendas de 1995, en vigor desde el 1 de febrero de 1997, que no es más que la definición de estándares mínimos para hacer segura la navegación y el trabajo a bordo del buque o el código ISM (estricta definición de los deberes de cada uno).

 

Todo este conjunto detallado de normas destinadas a garantizar que el buque este tripulado y dirigido por personas con la adecuada formación técnico-náutica con la finalidad de salvaguardar la navegación y de prevenir la contaminación del mar.

 

En cualquier caso, ¿este conjunto de normas es suficiente para superar las barreras idiomáticas, culturales o la manera de actuar frente a alguna situación de emergencia? Durante mi paso por una consignataria de buques recuerdo que al puerto de Valencia llegaban buques con capitán griego y tripulación filipina; o uno turco y tripulación búlgara y otros de Ucrania, etcétera. Por ejemplo, el nivel del inglés, idioma en común, era deficiente.

 

Caben, sin duda, mejoras en las diversas normativas a escala internacional de cara a mejorar la situación de esta gente de mar. De estos tripulantes.

 

En todo caso, nunca es tarde para lanzar una crítica constructiva por la explotación de los trabajadores y en hacer una reflexión acerca de si los manuales técnicos que existen son una herramienta suficiente para embarcar, olvidando la gestión y actividades de la tripulación a bordo de los buques durante cualquier travesía marítima.

 

http://www.naucher.com/es/actualidad/tripulaciones-multiculturales-y-seguridad-maritima/_n:3238/

 

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