Tras intentar, sin éxito, interesar a las navieras más conocidas de Europa en tráfico de transbordadores, el Organismo Público Puertos del Estado ha conseguido encontrar el relevo que pretendía para resucitar la autopista del mar Gijón-Saint Nazaire que dejó de explotar LDLines. Según informaron a EL COMERCIO fuentes próximas al proyecto, ahora sí hay una naviera dispuesta a reanudar el servicio con características similares al desaparecido, aunque, en principio, con sólo dos escalas semanales en cada puerto, los días en que se ha demostrado que tienen mayor demanda.
Aunque el contrato no está todavía firmado y, por lo tanto, existe aún cierto riesgo de fracaso, la naviera implicada tiene ya agentes trabajando con el objetivo de poner en marcha las travesías en el próximo mes de mayo.
Los ‘puntos naranja’, un sistema pionero de rescate
La experiencia de LDLines resume el planteamiento empresarial en cuanto a aprovechar el funcionamiento y los clientes existentes, es decir, una mezcla lo más equilibrada posible de carga acompañada y no acompañada, pero con capacidad, en cualquier caso, para mover pasaje, una de las principales y más valoradas características, por su impacto económico, de la línea desaparecida el pasado septiembre.
Es probable, según las fuentes informantes, que en lo poco que queda de esta semana se den los pasos definitivos, pues no hay tiempo que perder si se quiere, como es el caso, reanudar las travesías entre Gijón y Saint Nazaire dentro de unas pocas semanas. En tan corto plazo, más que idear mercados inéditos y captar nuevos clientes, de lo que se trata es de recuperar la mayoría de los que había, punto de partida mucho más avanzado que el que se encontró en 2010 LDLines.
A nadie se le escapa que la autopista del mar Gijón-Saint Nazaire tiene un componente electoral importante. Prácticamente todos los partidos políticos de Asturias, excepto el que sustenta al Gobierno del Estado, han reprochado a Fomento su empeño en lograr ayudas y clientes para la autopista del mar de Vigo con el cadáver todavía caliente de la asturiana. Hasta el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, hizo hincapié en esa circunstancia, conforme a lo publicado el pasado domingo por este periódico. El Congreso de los Diputados y el Senado fueron escenario, también, de esa contienda a costa de la autopista del mar de El Musel.
El PP asturiano y Puertos del Estado insistieron siempre en que las dos autopistas del mar autorizadas entre España y Francia son compatibles y en que se estaba haciendo «todo lo posible» para hallar un relevo adecuado para LDLines. Fomento consiguió también, tal como publicó en su día EL COMERCIO, el visto bueno de la Comisión Europea para dedicar las ayudas no utilizadas de la línea gestionada por LDLines a otra naviera, si ésta aparecía.
Esa misma componente política del proyecto propicia ahora dudas sobre si la alternativa que está a punto de cristalizar será sólo el maquillaje que adorne un fracaso entre las dos próximas citas electorales.
Salvo que sean recuperadas las subvenciones otorgadas a LDLines, cosa en la que parece prudente no confiar, las ayudas que quedan por distribuir de los 30 millones comprometidos por los gobiernos de España y Francia para la autopista del mar de El Musel apenas dan para los meses que separan los comicios autonómicos y municipales de los generales.
Seis meses, en todo caso, son un plazo razonable para tomar las medidas que permitan consolidar la línea. Tanto Puertos del Estado como la Autoridad Portuaria de Gijón han defendido reiteradamente que reducir los costes del barco es posible, misión que corresponde, en todo caso, a la naviera. Pero en medio año da tiempo también para que la Comisión Europea decida si la intermodalidad debe quedarse para casos en los que el barco proporciona una ventaja clamorosa, como entre el Levante español e Italia, o debe potenciarse también en casos menos claros, como entre Gijón y Saint Nazaire, porque la carretera es una alternativa real. El ecobono, que propuso el Principado, es una fórmula para incentivar la intermodalidad que puede pasar de la teoría a la práctica en seis meses.
Todo apunta a que serán necesarias nuevas condiciones para no estar dentro de pocos meses con los problemas del pasado.