Está previsto que el navío llegue entre finales de marzo y principios de abril al astillero ferrolano, aunque no será el único barco que arribe con un importante volumen de trabajo para las plantas locales, ya que en pocas semanas llegará otro gasero que permanecerá dos meses en las instalaciones locales con faena para otros 250 empleados.
Es prueba del buen momento por el que atraviesa la división de Reparaciones de Navantia, líder indiscutible del mercado gasista en el Atlántico y tercero del mundo, que ha arrancado el año con unos elevados niveles de ocupación. Frente a la sequía de contratos para la construcción de buques, la división de Reparaciones ha continuado siendo un foco de negocio para la compañía. Su repercusión sobre la economía de Ferrolterra es reseñable, ya que a diferencia de lo que sucede con la construcción de buques militares -en los que los sistemas de sello extranjero suponen la mitad del presupuesto- en las reparaciones navales, casi 8 de cada 10 euros del importe de los contratos se corresponde con la mano de obra, que aportan fundamentalmente compañías auxiliares de la zona.
Pese a la elevada especialización que tiene Navantia en Ferrol en el sector gasista -la mitad de los buques que arriban a sus diques y muelles son de este tipo-, los astilleros locales efectúan reparaciones a todo tipo de barcos, tanto civiles como militares. En un negocio en el que el retraso de un día de navegación de un buque acarrea grandes pérdidas, el cumplimiento de los plazos es una de las principales fortalezas que esgrime el departamento para explicar su posicionamiento en la vanguardia del sector.
Demanda por el dique
Durante el pasado año, la división de la ría ferrolana obtuvo una facturación de cien millones de euros y llegó a registrar puntas de actividad con ocupación para unos 800 trabajadores de la comarca.
El naval ferrolano apela a las buenas cifras de este mercado para continuar con la exigencia del dique flotante para el sector.
