LA VOZ DE CÁDIZ. El hambre saca lo peor de nosotros. Quizás sea la explicación más amable de lo que ocurre en estos momentos entre los astilleros de Galicia y la Bahía de Cádiz si trasladamos el símil al ámbito laboral. El hambre de trabajo y las dudas que existen todavía sobre el futuro de Navantia han llevado a los trabajadores de Ferrol y al propio Gobierno de la Xunta a poner en cuestión la última decisión adoptada por la dirección de empresa. Navantia ordenó la pasada semana el desvío de carga de trabajo de la factoría ferrolana a la planta de Puerto Real. No se trata de un capricho sino de una medida estratégica para garantizar la terminación de un encargo y, al mismo tiempo, ahorrar costes en su producción.

La petrolera Pemex adjudicó a primeros de año a la empresa española y al astillero vigués Hijos de Barreras la construcción de un barco-hotel (flotel). Este buque, de 131 metros de eslora y 150 millones de euros de inversión, servirá a la compañía mexicana de apoyo logístico para albergar a su personal durante la construcción y explotación de las plataformas petrolíferas.

 

El padrino de este contrato fue, precisamente, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que peleó contra viento y marea por su firma y, sobre todo, para que la mano de obra fuera netamente gallega. Sin embargo, el plan ha cambiado. Navantia ha optado por trasladar carga de trabajo de Ferrol a Puerto Real para poder cumplir con los plazos del contrato. La entrega está prevista para julio de 2016 y el tiempo apremia. Van muy justos. El presidente de la Sepi, Ramón Aguirre, compareció el jueves en el Congreso para dar los detalles de esta decisión y aclaró que el traslado a la Bahía solo representa un 2,3% de la producción total, es decir, 8 de los 86 bloques asignados a Ferrol, lo que equivale a 25.000 horas de trabajo y a cinco meses de actividad para Puerto Real. Algo insignificante para tanta polémica. Sin embargo, llama la atención que un astillero con más de 1.200 trabajadores no pueda corregir la demora de este contrato y se vea obligado a delegar una mínima parte de su construcción.

La decisión de Navantia ha dado pie a que afloren las diferencias territoriales más antiguas y ulceradas entre los astilleros públicos. Galicia reivindica su posición en el mapa frente a la Bahía de Cádiz, pero la radiografía laboral nos permite advertir que tanto las factorías gallegas como las andaluzas han llevado vidas paralelas y similares durante la última década.

Sin contratos desde 2007

La carga de trabajo ha sido uniforme tanto en el norte como en el sur entre 2005 y 2010, mientras que la decadencia también ha sido idéntica, una vez cumplidas las etapas de producción y no contar con nuevos contratos. Cabe recordar que el último contrato de construcción naval firmado en la Bahía de Cádiz fue en 2007 para dos ferrys de Acciona. En Galicia, también ese mismo año, se firmó la asistencia técnica para la construcción en los astilleros australianos de tres destructores. Las factorías partían, por tanto, en 2005 con una carga de trabajo que les daba oxígeno hasta 2012, aunque los gestores de la empresa siempre abonaron la idea de que llegarían más contratos para consolidar el futuro de la compañía. Desde luego, no ha sido así. Los astilleros gallegos y gaditanos han caído en la inactividad al mismo tiempo.

La factoría de Ferrol inició la transición de Izar a Navantia en 2004 con el programa naval de cinco fragatas para la Marina de Noruega. En 2006 el Gobierno español autorizó la construcción en Ferrol del buque anfibio ‘Juan Carlos I’ y en 2007 el astillero gallego se hizo con un contrato de la Marina de Australia para construir el 80% del ‘Camberra’ y el ‘Adelaide’, dos buques inspirados en el ‘Juan Carlos I’. No es el único programa naval australiano que ha pilotado la planta gallega. Ese mismo año logró el contrato también con Australia para la ejecución de tres destructores por transferencia tecnológica. Al mismo tiempo, el astillero ferrolano siguió adelante con el contrato de la Armada española para la fragatas F-100. En este mismo periodo, el astillero gallego construyó la fragata F-104 ‘Méndez Núñez’ y la F-105 ‘Cristóbal Colón’. Esta carga es la que ha permitido mantener con vida a la ría de Ferrol y a los 2.300 empleados de Navantia en Galicia, (250 en la planta de Fene y 1.200 en la de Ferrol), durante los últimos diez años.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Navantia lleva siete años sin firmar un contrato de construcción naval y las consecuencias empezaron a ser letales en 2011. En estos últimos años, el sector naval gallego ha perdido 4.000 empleos y ha dejado tocada de muerte a su industria auxiliar. Uno de los mayores ejemplos de la crisis lo encontramos en el astillero privado de Vigo, Hijos de Barreras que, en 2011, entró en concurso de acreedores y en 2013 los mexicanos de Pemex se hicieron con la mayoría de su accionariado.

Al sur del país, en la Bahía de Cádiz, el fotograma laboral resulta muy parecido. Los astilleros gaditanos iniciaron en 2004 la nueva etapa de Navantia con buenas expectativas y una carga de trabajo asegurada. Así, el Ministerio de Defensa autorizó en 2005 la construcción en Puerto Real del Buque de Aprovisionamiento en Combate (BAC), ‘Cantabria’, y en 2006 dio luz verde a la primera fase de los Barcos de Acción Marítima (BAM). El astillero de San Fernando se hizo cargo de la construcción de las cuatro unidades.

El Gobierno de Zapatero firmó ese mismo año con Venezuela un contrato para la construcción en la Bahía de Cádiz de siete patrulleros y un octavo por transferencia tecnológica. La planta de San Fernando hizo tres unidades y cuatro la de Puerto Real. El último contrato llegó en 2007 de la mano de Acciona, que encargó dos ferrys, el ‘Entrecanales’ y el ‘Superfast Baleares’. El último coletazo tuvo lugar en 2011 al encargar Australia la construcción de 12 lanchas de desembarco. El astillero de San Fernando se encarga de sacar adelante este proyecto. Esta carga de trabajo es la que ha permitido mantener también con vida, amén de las reparaciones en el astillero de Cádiz, a las tres plantas gaditanas y a sus 1.600 trabajadores. Sin embargo, al igual que en Galicia, la ausencia de contratos derivó a partir de 2011 en un cataclismo que ha dejado en la calle a más de 6.000 obreros del sector naval.

La patronal gaditana del metal (FEMCA) alaba la decisión de Navantia de trasladar carga de trabajo y aprovechar así sus propias sinergias. Las diferencias políticas o los intereses partidistas no pueden interponerse a las decisiones estratégicas de una empresa. El desvío de carga de trabajo de Ferrol a Puerto Real supone la puesta en marcha del nuevo modelo productivo de Navantia, basado más en un reparto de los programas navales entre las factorías que en la concentración de los mismos. La compañía quiere corregir errores pasados y mover fichas para hacer más dinámica su línea de producción.

La compañía ha pasado una travesía del desierto y empieza ahora a contar con algunos contratos gracias al apoyo del Gobierno. Así, a finales del próximo noviembre comenzará la construcción en Ferrol y Puerto Real de los dos nuevos BAM, correspondientes a la segunda fase de este programa militar de la Armada Española. Igualmente, Iberdrola ha adjudicado a Navantia la construcción de las dos subestaciones eléctricas para su complejo eólico marino en Alemania. Este encargo es para Puerto Real, mientras que está en el aire la adjudicación de los 29 ‘yakets’ que necesita Iberdrola para este complejo. Ferrol aspira a su construcción.

También está en el aire, la decisión de Gas Natural de aprobar la construcción de un quinto gasero. El astillero de Puerto Real tiene todas las papeletas para recibir el encargo, pero ya se advierte que parte de la carga de trabajo también irá a Galicia.

 

http://www.lavozdigital.es/cadiz/v/20141006/cadiz/secesion-fallida-navantia-20141006.html

 

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