El presidente de la Asociación de Armadores de Algeciras y también máximo responsable de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras (Faape), Pedro Maza, relató a Europa Sur que los primeros incidentes tuvieron lugar en la madrugada del martes, agravándose en la de ayer miércoles. Según Maza, el martes sufrieron problemas el Nuevo Fontanilla y el Marbella, ambos de Algeciras, cuando varios barcos de Marruecos cortaron sus redes y se llevaron tanto el palangre como la pesca. “Les dijeron que no iban a permitir que pescasen allí”, explicó Maza. En la madrugada de ayer el sabotaje fue sufrido por el Raquel y Sheila (Barbate) y los buques algecireños Gelván, Muñiz y Nuevo Julia. “No les dejaron pescar pese a que el banco Majuán, al oeste del Cabo Espartel, es una de las zonas que entra como autorizada en el acuerdo entre la Unión Europea y Marruecos. Ha habido indefensión”, dijo.
Nada más tener conocimiento de estos hechos, Maza sostuvo haber dado traslado al secretario general de Pesca, Andrés Hermida. “Ya hay constancia de que el secretario se ha puesto en contacto con la Unión Europea y Rabat. Esperamos que sea algo puntual”, deseó.
Pese a que varias fuentes del sector aseveran que en anteriores acuerdos hubo roces, la estupefacción ha reinado en las primeras horas del actual pacto para el uso compartido del caladero. Además de las quejas formales, el patrón mayor de la Cofradía de Barbate, Alfonso Reyes, agregó que el deseo del sector es ser respetados. “Lo único que queremos es abonar una licencia para pescar y esos derechos deben ser respetados”, ratificó.
El palangrero barbateño Raquel y Sheila, del armador Luis Beltrán, uno de los que sufrió el sabotaje en la madrugada de ayer, relató a este periódico esos momentos de desconcierto. “Ayer -por el martes- calaron encima de los españoles, cortaron los palangres. Y hoy no nos han dejado trabajar donde teníamos que trabajar nosotros. Nos han dejado los peores sitios, a pesar de llegar los primeros”, relató con frustración. Este último no entiende que tras abonar el permiso, no pueda trabajar con normalidad.
Beltrán rechazó entrar en cualquier tipo de pelea y amenaza con devolver la licencia si la situación no se controla desde sendas administraciones. Por el momento, hoy el Raquel y Sheila no faenará en el caladero marroquí, quedando a expensas de plenas garantías de seguridad.
“Volveré el viernes porque ellos no irán al ser festivo”, añadió Luis, que ayer se quedó en aguas del Estrecho. “Como la autoridad no ponga medios, lo que va a pasar es una desgracia en la mar”, avisó el patrón de la nave barbateña, al tiempo que se lamenta de haber esperado mucho tiempo “para esto”.
El conflicto propició que la captura del Raquel y Sheila fuera de 300 kilos, menos de la mitad de lo conseguido el primer día de pesquería. Mientras el lunes los marineros ganaron unos 80 euros, ayer ganaron 20 euros. Por su parte, el armador pasó de obtener 400 euros a 200 euros. De estas ganancias, además, han de restarse los gastos.
El subdelegado del Gobierno en Cádiz, Javier de Torre, gestionó desde primera hora la situación con la Secretaría General de Pesca, que elevó su descontento a la delegación de la UE en Rabat. “Los marineros marroquíes se tendrán que acoger a los acuerdos que firma su país y no actuar por cuenta propia”, apuntó De Torre, quien señaló que seguramente se trataba de actuaciones esporádicas de unos pocos pescadores de la zona.
Las autoridades de Marruecos han respondido que controlan la situación y que tomarán las medidas pertinentes para velar por el correcto cumplimiento del pacto. “Hemos dicho a los barcos que vuelvan a faenar sin problema alguno, que está todo arreglado”, tranquilizó el subdelegado.
El Gobierno de Marruecos está al corriente de estos incidentes y ha asegurado que tratará de “calmar los ánimos” de sus pescadores, según fuentes diplomáticas citadas por la agencia EFE aunque ninguna fuente oficial marroquí ha hecho públicas explicaciones. Tras las gestiones desde Madrid para garantizar la seguridad de los palangreros, las autoridades marroquíes dieron a entender que se trata de un caso aislado y que no hay motivo para mayor preocupación en el futuro.
