El Servicio Marítimo del instituto armado batalla contra la pesca furtiva y el narcotráfico. Los 43 agentes que conforman este grupo ayudan al rescate de pateras y controlan 250 barcos al mes

LA VERDAD. En los más de setenta kilómetros de costa del litoral murciano se libra una silenciosa batalla. Decenas de pescadores furtivos tratan de hacer el agosto a la caza del atún rojo; las ‘gomas’ de los narcotraficantes golpean furiosas las olas en busca de una playa desierta donde desembarcar sus alijos; y pequeñas embarcaciones de motor luchan por aguantar el envite de las olas mientras, en su interior, decenas de argelinos ansían un futuro mejor. Ésa es la contienda a la que se enfrentan cada día los 43 agentes que componen el Servicio Marítimo del instituto armado. Un grupo de profesionales, con alma de lobos de mar, que controla cerca de 250 embarcaciones cada mes y que, en lo que va de año, ya han rescatado de las olas cinco pateras. Los ojos de la Guardia Civil en el mar.

 

«Somos la única policía integral del mar», explica el teniente Justiniano Muñoz, jefe del grupo, que tiene su base en el Puerto de Cartagena. «Hacemos los mismos servicios que la Guardia Civil realiza en tierra firme, pero en el agua». Los profesionales de este servicio, que se organiza en turnos de 24 horas, cumplen un amplio abanico de funciones. Controlan la flota deportiva y pesquera de la Región, vigilan la entrada en los puertos de grandes buques de transporte de gas o petróleo, rescatan embarcaciones con problemas o pateras a la deriva y batallan contra la pesca furtiva. Si es necesario, este cuerpo también realiza tareas de Policía Judicial, orientadas a esclarecer delitos, o de Policía Fiscal, en la persecución del contrabando. Para cubrir todo su ámbito de actuación -desde la playa de El Mojón hasta el paraje aguileño de Cuatro Calas-, el Semar cuenta con tres embarcaciones -y algunas otras lanchas auxiliares-.

 

 

‘La Verdad’ acompaña esta mañana a un equipo del Servicio Marítimo de la Guardia Civil en sus tareas de control mar adentro. El agua anda hoy algo revuelta y no son muchos los que se atreven a cruzar la bocana. Rápidamente el barco del Instituto Armado recorre varios kilómetros en paralelo a la costa y bordea las granjas dedicadas al engorde del atún rojo que cuelgan en la bahía de Portmán. En este momento, la pesca en esta zona -ya sea dentro de las granjas o fuera- está totalmente prohibida. Pese a ello, no es raro que la Guardia Civil sorprenda ‘in fraganti’ a algunos pescadores piratas tratando de enganchar un buen túnido. «Es dinero fácil», explica el teniente Muñoz. «Un atún medio son mil euros».

La vigilancia que realiza este equipo ya ha permitido este estío destapar a algunos furtivos. Esta misma semana los agentes sorprendieron a un pescador con un atún rojo de 75 kilos cuando iba a desembarcarlo en el puerto deportivo de Portmán. A principios de agosto, el Semar pilló a otros dos marinos con una gran pieza: un atún de 158 kilos. También en este caso los furtivos estaban tratando de desembarcar la pieza en el puerto de Portmán.

 

 

Para plantar cara a este problema, el Semar trata de realizar un severo control de las embarcaciones que se mueven por ésta y otras zonas susceptibles de convertirse en terreno para los pescadores furtivos. Esta mañana la patrullera detiene a un pequeño barco de pescadores que aguanta el envite de las olas frente a la costa de Portmán. Con una sacadera le piden la documentación de la embarcación y, tras comprobar que todo está en regla, le permiten continuar con su mañana de pesca. «Ellos suelen ir muy bien reglamentados», explica el jefe del grupo. «La reglamentación en el mar es mucho más estricta».

 

 

El control, en muchos de los casos, se establece entre los propios pescadores. «Ellos mismos se vigilan», asegura el teniente Muñoz, «porque si antes llegan, antes calan». El Semar se ocupa, también, de comprobar que la flota de arrastre se ciñe a las horas de entrada y salida a puerto. Las cofradías también cumplen, en este sentido, un gran papel.

El control de la pesca no es, sin embargo, la única preocupación de este grupo. La lucha contra el narcotráfico ha sido, durante años, -y aún es- uno de sus grandes campos de batalla. La droga, principalmente el hachís, trata de colarse en la Región a través de embarcaciones semirrígidas cargadas de fardos. «Yo he visto las luces de Argelia persiguiendo una ‘goma’», rememora el teniente Muñoz. El último gran golpe de la Guardia Civil del Mar en este sentido se remonta a enero de 2012 cuando sorprendieron en Mazarrón a dos jóvenes en una embarcación deportiva con unos 2.000 kilos de hachís.

 

La entrada en funcionamiento del Servicio Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) ha supuesto un gran avance. Esta tecnología permite batir la costa, de día y de noche, en busca de cualquier embarcación sospechosa. «Desde que se implantó ese sistema la cosa ha bajado mucho», reconoce el teniente Muñoz. Según explica, aún hay algunos pequeños alijos que tratan de colarse por el litoral, pero éstos no pertenecen ya a grandes organizaciones, que busca ahora otras vías de entrada. «Por el mar, el procedimiento de los grandes cargamentos ha acabado».

 

El método de algunas organizaciones que trataban de alcanzar la costa en embarcaciones semirrígidas ya ha quedado en desuso. Según explican, ahora transbordan la droga a embarcaciones deportivas o de pesca, por lo que el control debe ser aún más exhaustivo. «Está claro que en el mercado sigue entrando», reconoce el jefe del grupo, «porque los precios no han subido».

 

Quince horas de travesía desde Orán

 

En sus jornadas los profesionales del Servicio Marítimo de la Guardia Civil también se enfrentan al drama de la inmigración irregular. En lo que va de año, estos agentes han ayudado al rescate de cinco pateras que trataban de alcanzar el litoral cartagenero. Unas cifras muy alejadas de las de hace unos años. «En 2008 llegó aquí la primera patera y prácticamente la estábamos esperando». El despliegue progresivo del SIVE por el litoral provocó un movimiento de los destinos de estas embarcaciones. «En 2010 y 2011 era prácticamente diario», recalca. «Ahora esto también ha bajado bastante».

Todas las pateras que han alcanzado el litoral murciano en los últimos años provenían de Argelia -concretamente de Orán-, un recorrido de unas 112 millas náuticas -200 kilómetros- que puede llegar a realizarse, en días de buena mar, en unas 15 horas. El teniente Muñoz asegura que la mayoría de estas embarcaciones se dirigen a la zona de Cartagena porque toman de referente los faros de Cabo de Palos y Cabo Tiñoso. «Las que aparecen por Alicante, en realidad, es porque se pierden», remarcan. El jefe del grupo descarta de raíz la posibilidad -muy discutida- de que exista un buque nodriza que acerque las pateras a la costa española. «Eso es totalmente falso», recalca. «Una leyenda urbana».

 

 

http://www.laverdad.es/murcia/201408/25/lobos-guardia-civil-20140825010536-v.html

 

Be Sociable, Share!