ABC. España es, sin lugar a dudas, uno de los países más orientados al mar de toda Europa. Ya desde su propia configuración geológica, pues la forma de península le otorga una franja litoral extensa y rica, el destino de nuestro país siempre se movió, en cierto sentido, al ritmo de las olas del mar. Mientras, durante la Edad Moderna, los monarcas españoles hacían del mar su instrumento para dominar todo el orbe, sus plebeyos veían en el océano Atlántico y en el mar Mediterráneo una fuente inagotable de riqueza. Desde tiempos inmemoriales, fueron muchos los españoles que sintieron la llamada del mar y, equipados con cañas y redes, levaron anclas a la conquista del pan para su familia.

 

En la actualidad, la flota pesquera española captura cada año más de 700.000 toneladas de pescado, que supone un 15% del total de la Unión Europea y sitúa a España en el segundo lugar respecto a pesca descargada, por detrás tan solo de Dinamarca. No obstante, es líder absoluta a nivel europeo cuando de lo que hablamos es de la pesca destinada a consumo humano, ya que las descargas de la flota danesa se dedican en buena parte a la producción de harina de pescado. La posición de nuestro país como noveno mayor exportador mundial de pescado le cuelga, sin ambages, el calificativo de potencia marítima.

De altura o de bajura, desde los inmensos buques congeladores que faenan en aguas africanas o del Gran Sol hasta los pequeños pesqueros artesanales que salen cada noche con la esperanza de poder llevar algo a la lonja la mañana siguiente, las cerca de 10.200 embarcaciones que conforman la flota española se han convertido, a lo largo y ancho del mundo, en un ejemplo de éxito y buen hacer.

La histórica vinculación de España con el sector pesquero influye también en la dieta de los españoles, que son una de las nacionalidades con mayor consumo de pescado per cápita del mundo, con unos 36 kilos por persona y año que nos sitúan muy por encima de la media europea, que es de 22 kilos. La elevadísima calidad de sus capturas hace también que sentarse en un buen restaurante del país a degustar un plato de algún fruto del mar sea, con toda probabilidad, una experiencia sin parangón.

Desde las opíparas mariscadas o las «caldeiradas» de pescado que grabaron con letras doradas el nombre de Galicia en el mapa de la gastronomía mundial hasta el pescadito frito de las localidades costeras de Andalucía, pasando por el pastel de cabracho asturiano, el «txangurro» y el bacalao del País Vasco, se podría dibujar todo el litoral español trazando tan solo los ancestrales platos con los que se aprovechan los regalos que hace el mar.

Resistiendo los embates

Como en todos los sectores económicos del país, la crisis plantó delante de los pescadores una serie de retos a los que estos tendrían que enfrentarse. Unos caladeros sobreexplotados (un tercio de ellos se ven aquejados de este problema, según la FAO), las cuotas de capturas impuestas al sector desde Bruselas y las dificultades para acceder a financiación que sufren, sobre todo, los pequeños armadores son algunos de los problemas más destacados que han hecho a muchos marineros levantar la vista de la marea, organizarse y reivindicar su labor ante los dirigentes autonómicos, nacionales y, especialmente, comunitarios. Desde luego, jamás se puede infravalorar la capacidad de adaptarse a la adversidad de unos profesionales que, a diario, deben de salir a navegar tanto si el mar está embravecido como si está en calma, hombres acostumbrados a manejar el timón con soltura y estoicidad incluso en los momentos más difíciles.

La modernización que ha vivido en sector durante los últimos quince años ha implicado una reducción de la flota pesquera que le ha permitido ganar eficiencia y volverse un actor todavía más temible en la tan competitiva lonja internacional. Así, entre 1995 y 2013 la flota española experimentó un proceso de reconversión que la redujo en un 45% sin que por ello las capturas sufriesen una reducción drástica. A pesar de todo, los cerca de 41.000 puestos de trabajo que dependen del mar, desde mariscadoras hasta el personal de mantenimiento de los buques congenadores, hacen que sea una rama de importancia capital dentro del sector primario.

El futuro que se otea en el horizonte deja pie, pese a todo, al optimismo. La progresiva salida de la crisis económica volverá a abrir el grifo de la financiación. Los últimos movimientos de la Secretaría General de Pesca, aumentando la flexibilidad en la gestión de las cuotas, indican que España se está amoldando ya a las inevitables restricciones comunitarias. Todo esto, unido a la revalorización de ciertas especies, apunta que los pesqueros españoles botarán sus redes por mucho tiempo.

http://www.abc.es/economia/20140402/abci-agricultura-alimentaria-201404011348.html

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