El trabajo en los astilleros, se ubiquen donde se ubiquen, imprime unas señas de identidad especiales y comunes entre los trabajadores, que el historiador Rubén Vega explicó ayer en el transcurso de una charla en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón.

cmefoto25cRubén Vega y Balbino Cano explican el hecho diferencial de los trabajadores del sector naval

LA NUEVA ESPAÑA, 24 Mar. (Gijón).- En principio, el historiador fundamentó su tesis en el hecho de que la construcción de un barco tiene, dentro del proceso de producción industrial, un claro motivo diferenciador con otros trabajos. En este sentido, Rubén Vega afirmó que quienes trabajan en una cadena de montaje, repitiendo miles de veces al día los mismos movimientos para fabricar un producto en serie, no pueden, por ello, sentirse parte del objeto fabricado, mientras que los barcos “son bautizados”. En otras palabras, frente al trabajo industrial en cadena está el trabajo específico para la construcción de un barco, y “ningún barco es igual”.

O sea, los trabajadores de los astilleros realizan funciones que podrían definirse como artesanales, cuyo resultado final es motivo de orgullo para quienes participaron en la construcción del buque.

Rubén Vega es el coordinador del libro “Astilleros en el Arco Atlántico. Trabajo, historia y patrimonio”, del que también son autores Elena Toral Alonso, José Gómez Alén, Raquel Cardeira Varela, Ángel Alonso Domínguez y Marie-Louise Goergen, que fue presentado el 9 de julio del año pasado en el marco de la “Semana negra”.

Rubén Vega no dejó pasar la ocasión para criticar la dejadez con respecto al patrimonio industrial y documental del astillero Naval Gijón y mostró fotografías sobre el deterioro de una parte de su archivo, que “se convertirá en pasta de papel en cuanto haya una gotera” en las abandonadas dependencias de la factoría naval del barrio de El Natahoyo. En Naval Gijón trabajo y fue sindicalista, de la Corriente Sindical de Izquierda, Balbino Cano, quien intervino también en el acto de ayer. Destacó que trabajar en un astillero “genera carácter y una socialización radicalmente distinta a la de los trabajadores de otras empresas”. Un barco “es como una casa”, en cuanto a que precisa, para su puesta en servicio, “la colaboración permanente entre todos los oficios” que se aúnan en un astillero, observó Balbino Cano.

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