El velero de un solo palo más grande del mundo vuelve a navegar, a ser contemplado con admiración, con envidia, justo cuando se cumplen 10 años de su botadura. Y lo celebra saliendo de las instalaciones donde ha sido sometido desde 2012 a una intensa remodelación. Ahora es algo más grande, más ligero y presume de nuevos interiores y motores. Es el regreso a los mares del M5 (ex Mirabella V), un barco único, una obra maestra.

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El M5, durante las pruebas de navegación realizadas este mes

EXPANSION, 24 Feb. (Madrid).- Los miembros del equipo Pendennis, el taller inglés elegido para llevar a cabo el lavado de cara del barco, prestaron una obsesiva atención a los partes meteorológicos durante días antes de atreverse a realizar las primeras pruebas de navegación del renovado M5. Buscaban unas condiciones de viento y mar ideales para no sufrir ningún percance. No en vano, se trata de una embarcación de 75 metros de eslora, a la que se le acaba de añadir tres metros más en su popa, y un mástil que roza los 90 metros de altura. A principios de febrero el balandro salió al agua y superó los 17 nudos de velocidad en aguas de Falmouth (Inglaterra) en una jornada en la que se registraron entre 18 y 23 nudos de viento. Objetivo cumplido.

El nacimiento de una leyenda

Fue concebido como un capricho/negocio del magnate norteamericano Joe Vittoria, ex presidente de la compañía de alquiler de automóviles Avis, que en 2000 decidió que quería construir un enorme velero para ofrecerlo a las personas más ricas del mundo para sus vacaciones. Sería el velero estrella de su negocio de charters junto al Mirabella y al Mirabella III. La factura por pasar una semana en el Mirabella V alcanzaba los 300.000 euros. Siete años después de su botadura, el empresario vendió su criatura a un armador privado.

Para su construcción, Vittoria se hizo con los servicios del astillero inglés Vosper Thornycroft que, a partir de un diseño del irlandés Ron Holland, empleó a 1.000 trabajadores durante 36 meses para ensamblar este rompecabezas gigante. El proyecto costó unos 45 millones de euros.

Las velas se encargaron en los Estados Unidos, los motores en Alemania y las anclas en Nueva Zelanda, aunque también intervinieron empresas italianas, francesas y holandesas.

Un reto de 90 metros de altura

El mástil se convirtió muy pronto en un gran desafío. Sus 90 metros de altura hacían necesarias soluciones innovadoras, nunca antes se había creado una pieza similar. Es aproximadamente un 50% más alto que cualquier otro palo de fibra de carbono.

Antes de que se comenzara su fabricación, ingenieros del Laboratorio Nacional de Física de Londres investigaron su diseño durante seis meses. Tenía que ser capaz de soportar las tres toneladas de peso de las velas y tensiones superiores a los 36.000 kilos. Para su construcción se utilizó un sistema heredado de la industria aeroespacial y la última tecnología existente en el mercado informático.

Las velas son tan grandes que cubren la superficie de siete pistas de tenis y casi un campo de fútbol (la mayor ocupa 1.900 metros cuadrados de superficie). Este fue uno de los mayores retos de Pendennis en el refit, ya que debía incorporar al M5 una nueva jarcia de carbono para reducir casi 20 toneladas de peso.

Dentro de este proceso largo y complicado, la esposa del magnate Joe, Luciana Vittoria, fue quién marcó la pauta en buena parte de las soluciones, tanto del exterior como del interior. Sus órdenes a Holland fueron muy claras en cuanto a la decoración. No querían un barco de aspecto clásico, buscaban la innovación en todos los sentidos posibles.

Sin embargo, tras la remodelación del M5 la obra de la consorte puede que haya desaparecido. El estudio de Redman Whiteley Dixon ha realizado un nuevo trabajo artístico en las entrañas de la nave.

También la cubierta de popa ha cambiado respecto a los planos originales de la embarcación al ganar tres metros de eslora y dejando la zona más amplia y acicalada. No ha trascendido si el M5 mantiene en la proa las dos lanchas neumáticas que hacían las veces de jacuzzi y piscina cuando estaban llenas con las 10 toneladas de agua que albergaban. Vittoria reconoció alguna vez que eran tan grandes que un miembro de la tripulación debía hacer las veces de socorrista.

Dentro, el barco está compuesto por dos plantas. La superior está dedicada a zonas comunes: el salón principal, que también hace las veces de cine, y el comedor. Están separados por la escalera que da acceso a los diferentes camarotes, aunque conforman un sólo espacio. En el centro del velero está el puesto de mando interior y el camarote principal.

La parte más baja no sólo está dedicada a los camarotes de los invitados y de la tripulación, también esconde alguno de los juguetes que se han incluido en el barco para hacer de la estancia una experiencia inolvidable.

Junto a la sala de máquinas, zona a la que los miembros de Pendennis también han dedicado parte del trabajo, hay un espacio destinado a almacenar otras embarcaciones y que en su día era conocido como el Garaje de Joe. Ahí guardaba cuatro veleros laser que se utilizaban para competiciones amistosas de match race (dos réplicas de radio control del Mirabella están a disposición de quienes quieran regatear sin mojarse). Motos acuáticas, kayaks, esquís, equipos de submarinismo y tablas de windsurf también estaban listas en todo momento para su uso.

Diez años después de maravillar por primera vez al mundo, el Mirabella V sigue siendo un tremendo diamante del mar.

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