Fue el 30 de septiembre del 2010, hace tres años, cuando los astilleros de Navantia en la ría marcaban un nuevo hito en la construcción naval con la entrega a Defensa del megabuque Juan Carlos I. La historia del mayor barco de la Armada española quedó, de ese modo, ligada para siempre a la urbe naval, a donde ya ha regresado en alguna ocasión desde entonces.

 

cmefoto01dEl ahora buque insignia de la Armada española pasó a la Marina en un acto presidido por el Rey

LA VOZ DE GALICIA, 01 Oct. (Ferrol).- La importancia del que hoy es el buque insignia de la Marina española quedó patente en la ceremonia que acompañó esa entrega. El Rey presidió el acto junto con la entonces responsable del Ministerio de Defensa, Carme Chacón, que no dudó en señalar que «es una embarcación única, el mayor buque de la Armada española en toda su historia, aunque lo verdaderamente grande de esta nave no es su tamaño, sino su capacidad».

Y no era para menos. Tras reportar cinco años de carga de trabajo a los hoy casi vacíos astilleros de la ría, Navantia sacaba adelante un navío multipropósito diseñado para la acción bélica y también para la humanitaria, con capacidad para transportar y desplegar a 1.400 militares, entre otras funciones. Además, su entrada en servicio precipitó la baja del Príncipe de Asturias por sus elevados costes de mantenimiento, por lo que el Juan Carlos I es, a día de hoy, el portaviones del que dispone la Armada española.

Con 230 metros de eslora (largo) y 32 de manga (ancho) puede desplazar un total de 26.000 toneladas a plena carga y tiene una autonomía de 6.000 millas. En otras palabras, puede dar la vuelta al mundo con un solo repostaje.

El aniversario de esa entrega a Defensa del megabuque se produce en un momento, como ya se ha mencionado, muy delicado para los astilleros públicos de la ría y para la industria auxiliar. Un gremio que con la fabricación del Juan Carlos I, entre otros muchos modelos, dejó clara su capacidad y su grado de desarrollo.

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