Las relaciones entre España y Venezuela no pasan, precisamente, por su mejor momento. El efecto colateral de este distanciamiento diplomático ha afectado a los intereses que mantiene Navantia con el país caribeño. Las desavenencias entre el gobierno bolivariano que dirige Nicolás Maduro y el ejecutivo de Rajoy subieron de tono tras el viaje que realizó a Rusia el presidente de Bolivia, Evo Morales, el pasado julio.

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Las relaciones de Venezuela con España no atraviesan su mejor momento y se aplazan los contratos de nuevos patrulleros y mantenimiento de la flota

LA VOZ DIGITAL, 06 Sep. (Cádiz).- El avión de Morales fue obligado a desviar su trayectoria al negarle varios países europeos, entre ellos Francia, la utilización del espacio aéreo, debido a las sospechas de que en su interior viajaba también el disidente de la CIA, Edward Snowden. España permitió una escala técnica en Canarias. Sin embargo, lo que fue una anécdota para el viejo continente se convirtió en una ofensa para algunos países de América latina, entre ellos Venezuela, que aludió en sus reproches a la corrupción política que vivía España.

Las acusaciones han ido deteriorando cada vez más las relaciones entre ambos países y, finalmente, han pasado factura a los intereses económicos que España mantiene con Sudamérica. La primera consecuencia de este desencuentro se advierte en los contratos que el anterior jefe de Gobierno de Venezuela, Hugo Chávez, había dejado sobre la mesa antes de morir el pasado marzo. El Gobierno venezolano tenía previsto ampliar el acuerdo con España para la construcción de dos nuevos patrulleros y, al mismo tiempo, adjudicar a Navantia la reparación y mantenimiento de su flota. Sin embargo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no tiene ahora entre sus prioridades cerrar nuevos acuerdos de negocio con España. El contrato se ha desactivado.

La situación vivida con Venezuela reduce las posibilidades de carga de trabajo para los astilleros públicos a solo cuatro opciones que, pese a todo, dependen de factores políticos. Una de las acciones que ya se encuentra en la recta final para el acuerdo definitivo es la que se refiere al contrato entre Navantia y Estados Unidos para mantener y reparar en la Base Naval de Rota los cuatro destructores de la US-Navy que participarán a partir del próximo año en el denominado escudo antimisiles. Los buques son similares a las fragatas españolas F-100. Fuentes de Navantia han confirmado a este periódico que las dos primeras unidades llegarán a la Bahía el año que viene y la carga de trabajo supondrá unas 400.000 horas de actividad. Las inspecciones se realizarán por operarios de Navantia en la Base Naval. Está previsto que el acuerdo se firme a finales de este mismo mes.

La esperanza turca

El segundo contrato que ha quedado, de momento, en el aire por imponderables ajenos a cuestiones técnicas y económicas es el de Turquía. El Gobierno turco licitó en mayo de 2011 la construcción de un buque porta-aeronaves, similar al ‘Juan Carlos I’ de la Armada española. De hecho, la Marina turca conoció ‘in situ’ las cualidades de este portaaviones durante el viaje que realizó el buque a Estambul a finales de 2011. El veredicto de este concurso público de construcción naval, en el que Navantia parte como favorita, estaba previsto que se anunciara a mediados del pasado verano, sin embargo, la celebración del ramadán en la comunidad musulmana aplazó su resolución hasta finales de este año. Cabe recordar que este contrato, pese a ser una transferencia tecnológica, es decir, el buque se construirá en los astilleros turcos bajo el asesoramiento de la empresa adjudicataria, supondrá un revulsivo económico para Navantia en caso de llevarse el gato al agua.

El tercer acuerdo que sigue en la cuerda floja es el que lidera el gobierno de Catar, que pretende adjudicar de golpe un contrato para la construcción de once barcos: cuatro fragatas, seis patrulleros y un buque logístico. La dirección de Navantia ha reconocido que esta opción, en la que también pujan Francia, Alemania y Holanda, está pendiente de una visita del Rey de España a Catar para impulsar la oferta española. Además, este contrato se ha encontrado con un imprevisto en el camino. La abdicación el pasado junio del jeque Hamad bin Halifa al Thani en su hijo y heredero ha enfriado la toma de decisión.

Los gaseros, casi a punto

El cuarto contrato y, quizás, el más cercano parte de la empresa privada española. El consorcio formado por Repsol y Gas Natural para explotar una nueva ruta gasística entre Estados Unidos y Japón obliga a contratar nuevo barcos gaseros. Se trata de un requerimiento que ya han hecho ambas compañías a sus armadores. Todo apunta a que a finales de año se anuncie un megacontrato para la construcción de cuatro barcos gaseros. El Gobierno de la Nación, a través del Ministerio de Hacienda, responsable de la SEPI y accionista de Navantia, lleva meses negociando para que este contrato de Gas Natural se quede en los astilleros españoles.

Este es el panorama más beneficioso al que se enfrenta Navantia a corto plazo en materia de construcción naval.

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