Navantia no va tener más remedio que afrontar una reducción del capital de la empresa si la situación no mejora de aquí al próximo año. El presidente de la Sepi, Ramón Aguirre, así lo anunció en la última comparecencia en el Congreso de los Diputados en marzo pasado y, por el momento, todo apunta a que si las circunstancias no cambian tendrá que apelar también a la financiación externa.

cmefoto28c

Maduro no ha retomado aún el proyecto que iba a firmar Hugo Chávez y que salvaría a los astilleros de Cádiz de la inactividad

CAPITAL MADRID, 28 May. (Madrid).- La empresa pública está pendiente del posible contrato con Qatar, una operación que, de cerrarse permitiría salvar los astilleros de Puerto Real y San Fernando. En las negociaciones está participando la casa Real con la familia real qatarí y supondría construir diez buques, cuatro corbetas y seis patrulleras, que asegurarían la supervivencia de la empresa. De llegar a buen puerto, el acuerdo supondría renovar prácticamente la Armada de Qatar por valor de 3.000 millones de euros. La Sepi tiene abierta una delegación comercial en Doha y está moviéndose al más alto nivel para que Qatar apueste por Navantia.

Otro de los proyectos que estaban abiertos con Venezuela se encuentra parado por ahora tras la muerte de Hugo Chávez. El nuevo presidente Nicolás Maduro no ha retomado aún el asunto y, de ser un proyecto que con Chavez estaba ya muy avanzado, ahora puede retrasarse no se sabe hasta cuándo. La bahía de Cádiz necesita alguno de estos dos posibles contratos para salir de la inactividad porque Ferrol y Cartagena tienen más carga de trabajo y con los compromisos que hay firmados lo tienen bastante mejor.

La situación de Navantia es que con los recursos que genera no puede mantener operativas todas sus instalaciones. En 2012, la compañía casi triplicó sus pérdidas al pasar de 42 millones en 2011 a 72 millones y este año está previsto que alcance los 49 millones. Por tanto, si de aquí a un año no se ha logrado detener esta sangría “habrá que provocar una reducción del capital, y no por capricho sino por imperativo legal”, sostiene el presidente.

Uno de los problemas por los que atraviesa la empresa pública desde hace años es la sequía de carga de trabajo y, al margen de Hunosa, los astilleros son el gran problema que tiene el sector público. La última legislatura pasó con más pena que gloria ya que no se logró sacar adelante ningún contrato nuevo y lo único que se ha conseguido son trabajos de reparaciones de barcos. Por ejemplo, en 2012 la mayoría de los astilleros de Cartagena, Cádiz y Ferrol se dedicaron a acabar los proyectos que estaban pendientes pero en siete años de actividad no ha entrado ningún acuerdo nuevo.

Las cifras que muestra la Sepi sobre los astilleros públicos de la bahía de Cádiz son apabullantes. El pasado año San Fernando y Puerto Real tuvieron una ocupación media del 27% y en 2013 está previsto un 33%, lo que quiere decir que está prácticamente inactivo. El de Ferrol-Fene va a cerrar este ejercicio con una ocupación media del 52%. Cartagena es el astillero que está sorteando mejor la crisis al estimarse para este año una actividad del 89%.

Aunque los costes de los astilleros españoles son más elevados que los coreanos, es también cierto que la política comercial que se ha realizado en los últimos años ha sido un verdadero fracaso, lo que ha llevado a la empresa, en palabras de su actual presidente, a un deterioro alarmante de la cuenta de resultados, y que va a originar “una erosión de su capital social”. Tanto es así que la empresa se ha marcado como tope máximo el año 2014 para ver si todo mejora. De no producirse un cambio, su accionista público, la Sepi, tendrá que provocar una reducción de su capital y, en ese caso, puede que se tuviera que cerrar algún astillero.

Este paso obligará a que se tenga que echar mano de  nuevos ajustes lo que originará una nueva alarma social en los astilleros gaditanos. La plantilla de la bahía lleva sufriendo por culpa de la mala política continuos recortes lo que está provocando un fuerte deterioro laboral.

El verdadero hándicap de Navantia para competir son los costes laborales. La empresa naviera trabaja en los mercados internacionales frente a sus competidores un 15% más caro que sus competidores y, si lo comparamos con los mercados asiáticos, este porcentaje se eleva hasta el 50%. Por tanto, el verdadero problema para abrirse a los mercados extranjeros son los precios. “Este tema nos ha dejado fuera de muchos concursos”, asevera Ramón Aguirre.

El segundo gran problema al que se ha tenido que enfrentar Navantia es al de los recortes públicos. Los ajustes que se han aplicado a los Presupuestos del Estado han supuesto la puntilla para los astilleros públicos. El Ministerio de Defensa ha tenido que detener varios de los proyectos que estaban en marcha y, de ser el principal cliente, poco menos que no tiene ningún pedido. La construcción de varias fragatas y de los Buques de Acción Inmediata (BAM) que habían sido encargados está en el dique seco.

Paralización de contratos

Este tipo de buques que comenzaron a construirse en 2002 tras el acuerdo de la Armada con Navantia se ha paralizado de momento. Los buques BAM están diseñados como una unidad polivalente para llevar a cabo misiones de control en el mar, con capacidad de disuasión y de reacción ante amenazas convencionales de pequeño calado.

Por culpa de los recortes, la compañía ha tenido que redirigir el tiro y hacer una apuesta internacional rebajando los precios. De los 22 efectivos con los que contaba Navantia para revisar este tipo de mercados se ha triplicado la plantilla y ahora se dedican a esta labor unas 60 personas.

Uno de los objetivos es ampliar las líneas de negocio en el terreno militar, área donde Navantia tiene un potencial tecnológico muy importante, de ahí que se esté trabajando con varios países latinoamericanos. Venezuela estaba a punto de firmar un contrato con el Gobierno pero la muerte de Hugo Chávez ha paralizado el nuevo contrato con la naviera española. Venezuela estaba interesado en una nueva patrullera y otro buque de vigilancia similares a los ya construidos en los astilleros de Puerto Real y de San Fernando, y ahora se ha retrasado el proyecto. El Gobierno ha vuelto a establecer conversaciones con el nuevo presidente Nicolás Maduro pero aún no hay nada concreto. Navantia entregó en abril de 2012, el séptimo y último barco  construido para la Armada venezolana.

Con la marina argelina y australiana, se han firmado contratos de reparación de sus buques que darán carga de trabajo para dos o tres años en el astillero de Ferrol y se han cerrado otros acuerdos con Noruega. En septiembre de 2012, PMI Norteamérica, del grupo mexicano Pemex, y Navantia firmaron un precontrato para la construcción de un barco flotel también en Ferrol. Estos tipos de barcos se utilizan como hoteles residencia para los trabajadores de las plataformas petrolíferas. En este proyecto en concreto está todo cerrado y se está tan solo a la espera del corte de la primera chapa para iniciar su construcción.

Be Sociable, Share!