El 'Castillo de la Luz', un granelero que tiene detrás una curiosa historia, fue el último barco civil que salió de los astilleros de Bazán. Veinticinco años después, los de Navantia en Ferrol volverán a construir una embarcación de estas características. Los trabajadores destacan que pese a que llevan un cuarto de siglo sin fabricar un buque de este tipo no tendrán problemas para que sea botado 30 meses después de que se corte la primera chapa. Cuentan con la experiencia de haber construido buques militares desde hace décadas.

 El astillero ferrolano recupera la fabricación de buques civiles tras el acuerdo con la petrolera Pemex para construir un buque hotelero. El último lo entregó en mayo de 1987 

LA OPINION CORUÑA, 24 Sep. (Ferrol).- Un cuarto de siglo lleva el astillero de Navantia en Ferrol (antigua Bazán) sin alojar en sus gradas un buque civil. El último fue el Castillo de la Luz que fue entregado en julio de 1987. Su construcción, además, supuso una operación de ingeniería y cirugía naval que aún se recuerda. Veinticinco años después de aquel hito, Navantia volverá a fabricar una embarcación civil. El retorno a este mercado llega tras el acuerdo que acaba de alcanzar con la petrolera mexicana Pemex para la construcción de un buque hotel valorado en casi 150 millones. El astillero vigués de Barreras fabricará un barco gemelo.

Según anunció el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el contrato también supondrá una carga de trabajo y de empleo para unas 3.000 personas, aunque los sindicatos rebajan esta cifra hasta algo menos de 800. La vuelta de Navantia al mundo de la construcción civil se produce tras un cuarto de siglo de ausencia en este sector. Se da la paradoja de que buena parte de la plantilla del astillero ferrolano nunca ha construido un barco de estas características ni sus instalaciones lo han acogido en los últimos 25 años.

Tras la llegada de este encargo, el primero en los últimos cinco años después del contrato firmado con la armada de Australia, ¿están preparados tanto los trabajadores como el astillero para la fabricación de un barco de estas características después de haberse dedicado los últimos años a la construcción de buques militares? La respuesta es afirmativa.

"La diferencia entre un barco civil y uno militar es que este último necesita más ingeniería, más electrónica y es tecnológicamente más complicado de construir que cualquier barco civil", apunta Lito Blanco, secretario del Comité de Empresa de Navantia Ferrol. "Fabricar un buque civil es más fácil. No vamos a tener ningún problema. Estamos sobradamente preparados", zanja el trabajador del astillero público.

Similar lectura realiza Ignacio Naveiras, portavoz del Comité de Empresa de Navantia Ferrol. "Un buque militar exige más maniobrabilidad, más velocidad, el sistema de combate… La complejidad de un barco civil es menor", explica. Ambos trabajadores del naval también descartan problemas de espacio. "El buque hotelero que vamos a construir no es nada comparable en longitud a otros que ya hemos fabricado", destaca Lito Blanco, quien insiste en que el astillero tiene la capacidad suficiente para construirlo. "A pesar de la bajada de carga de trabajo de los últimos años, no se ha reducido la estructura del astillero", reconoce. Tampoco Navantia va a tener muchos problemas para adaptarse a la construcción de un barco civil. "Quizá actualizar los sistemas de certificación y calificación, pero los cambios van a ser mínimos", recalca Naveiras. Las modificaciones que se adopten van a ser en apartados muy específicos. "Seguro que hay que hacer algunas adaptaciones menores, pero no van a suponer ni un encarecimiento del precio final ni un aumento del plazo de entrega. En 30 meses que nos han dado para construirlo es despreciable el tiempo que se puede perder con estos cambios", ratifica el portavoz del Comité de Empresa de Navantia Ferrol.

¿Y el conocimiento para construir barcos civiles? "El conocimiento no se compra -reconoce Naveiras-, pero ahí contamos con el conocimiento de los compañeros de Astano que están suficientemente preparados, por eso cualquier problema va a quedar minimizado".

El nuevo buque hotelero -que aún no tiene nombre- tomará el testigo del Castillo de la Luz, el último barco de características civiles que fue botado en los astilleros de la antigua Bazán, ahora Navantia, en 1987. Posee una curiosa historia ya que su fabricación supuso un hito en la construcción naval de la época. Se conoció como la operación Elcano.

El Castillo de la Luz era un granelero carbonero de 274 metros de eslora, 46 de manga y 24 de puntal. Era gemelo del Castillo de Lopera que fue entregado dos años antes y que también fue construido en el astillero ferrolano para la Empresa Naviera Elcano.

En una operación de ingeniería naval realizada hace 25 años y en la que se aprovechó hasta el último metro del dique, los trabajadores de Bazán cortaron las secciones de popa de dos petroleros y las unieron a las secciones de carga de los dos graneleros.

En 1993, con la experiencia de la operación de cirugía naval realizada en el astillero ferrolano, se volvió a repetir una intervención similar. En este caso, en unos astilleros de Corea del Sur y Malasia. La Empresa Naviera Elcano optó por desguazar otros dos petroleros y sus popas, al igual que había ocurrido seis años antes, fueron cortadas y unidas a las secciones de carga del Castillo de la Luz y Castillo de Lopera. Las popas de propulsión de estos graneleros fueron retiradas lo que dio origen a dos nuevas embarcaciones que finalmente fueron desguazadas en 2009.

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