Cerca de cuatro mil militares aprendieron el arte de la navegación a bordo del Galatea, el buque escuela con sede en Ferrol que prestó servicio a la Armada Española de 1925 a 1969. Ahora un grupo de aquellos hombres que surcaron los mares en el singular barco y hoy ya pasan todos de los sesenta y muchos de los ochenta han decidido recuperar las imágenes y los testimonios de aquellos años para que el Galatea "navegue" de nuevo. Lo hacen a través del blog www.buquegalatea.blogspot.com y planean para el próximo abril una visita a Glasgow, donde descansa el barco.

 Antiguos alumnos del buque escuela que tuvo su sede en Ferrol y fue antecesor del Elcano recuperan su historia y preparan un viaje Glasgow, donde descansa el velero 

FARO DE VIGO, 26 Ago. (Vigo).-  En su cubierta aprendieron a navegar más de 4.000 jóvenes y en sus bodegas se fraguaron cientos de historias que marcaron sus vidas para siempre. El buque escuela Galatea, que tuvo su sede en Ferrol y fue considerado el antecesor del Juan Sebastián de Elcano, formó a los futuros oficiales de la Armada entre 1925 y 1959, cuando quedó amarrado en el arsenal de Ferrol como pontón escuela de maniobras hasta su baja definitiva en 1967.

Un grupo de exalumnos, liderados por Jaume Matamala, buscan ahora reconstruir su historia a través de un blog de internet (www.buquegalatea.blogspot.com) en el que cuelgan imágenes y testimonios de aquellos años y recuperan así el espíritu de aquel singular buque que estuvo sesenta años en activo. El colofón final será en abril del próximo año, cuando planean realizar un viaje a Glasgow para visitar el barco, que descansa allí desde que el gobierno británico lo adquirió por ocho millones de pesetas, lo restauró y convirtió en una pieza de museo.

"Galicia, por su Departamento Marítimo, ha tenido mucho que ver con el Galatea y entre sus extripulantes hay muchos de estas tierras", asegura Matamala, que lamenta que el gobierno español no hiciera más esfuerzos por que el buque quedara en su tierra.

Junto a Matamala, otro ex tripulante, Arminio Sánchez Mora, está realizando un trabajo histórico literario mediante relatos en primera persona contados por sus navegantes.

Fue precisamente en los astilleros Bay Yard en Port Glasgow cuando a finales de 1896 construyeron este buque de tres palos, pero no fue hasta 1922 cuando se incorporó a la Armada Española. Antes de recibir el nombre de Galatea “con el que fue incluso protagonista de la histórica película que rodó Franco, Raza”, fue rebautizado primero como Islamount y luego como Clarastella.

Antes de ser adquirido por España, el Galatea vio mucho mundo. El buque nació para el transporte de grano pero durante la Primera Guerra Mundial fue requisado por la Royal Navy. Desde esas tierras pasó a territorio italiano, al ser adquirido por una naviera genovesa que lo usó como buque mercante.

En 1922, España se vio con posibilidades para adquirir dos buques escuelas y le compró a Génova por 850.000 pesetas el entonces llamado Clarastella.

Su primer viaje de instrucción, ya como Galatea, fue en 1925, ya como barco destinado a la formación de futuros oficiales de la Armada. Y tan sólo tres años después fue relevado por el Juan Sebastián de Elcano, aunque, tras una nueva modernización de sus motores fue asignado a la escuela de aprendices marineros especialistas como buque escuela de maniobras.

En 1982 se llevaron a cabo algunas reformas en Bazán logrando atraer de nuevo la atención de algunas ciudades como Sevilla, Barcelona, Santander, Palma de Mallorca o Ferrol. De hecho, durante la Expo del 92 se habló de adaptarlo como centro de comunicaciones y luego como museo naval. Pero ninguno de estos planes se cumplió y el buque fue víctima del abandono el expolio. Algunas piezas pudieron salvarse y se exhiben en los museos marítimos de Ferrol y Barcelona. Finalmente se decidió su venta en pública subasta y fue adquirido por 8 millones de pesetas precisamente por su ciudad de origen, Glasgow, donde de nuevo recuperó su nombre de Glenlee. 

"Nos tapábamos bien para evitar a las ratas"

Jaume Matamala pasó dos años en el Galatea como alumno de Maniobra. "Primero como cabo segunda en 1966 y luego en 1970, recibiendo la enseñanza de Cabo primero, en el Ferrol", recuerda. En esta ciudad gallega conoció a su mujer, con la que tuvo dos hijos que no han heredado la vocación naval.

Recuerda con un tono de añoranza la dureza de los años de instrucción. "Teníamos que taparnos hasta las orejas para evitar que las ratas nos las mordieran cuando dormíamos, apenas había agua potable y nos pasábamos el día subiendo y bajando velas, limpiando la cubierta y recibiendo la instrucción", describe. Pero también disfrutaron mucho y sintieron el "placer" de navegar en él, por lo que este proyecto merece la pena.

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