Pese a la incertidumbre ante el futuro del sector naval en Ferrol, tesoros hasta ahora ignorados o desconocidos incluso para nativos pasan a ser atractivos para la captación de turistas. La Ruta de la Construcción Naval arranca en la capital de la Zona Marítima del Cantábrico, reivindicando el pasado de una urbe nacida al servicio de la Corona.

 Las visitas incluyen recorridos en barco por la ría o el Arsenal 

EL MUNDO, 31 Mar. (Ferrol).- Bajo el paraguas de la Sociedad Mixta de Turismo de Ferrol, se abren las puertas de recintos de indudable atractivo patrimonial e histórico. La estela de iniciativas de turismo industrial semejantes impulsadas en otros lugares evidencia que hay un público que busca algo distinto. El Ayuntamiento capitanea el proyecto, avalado por Diputación de A Coruña, confederación comarcal de empresarios, Navantia, la Armada Española y Exponav.

Y el pistoletazo de salida a este recorrido suena a la entrada de la ría. Lo estrecho de ese tramo, algo que la distingue de las demás de Galicia, hace de cada acceso de una embarcación de gran porte rumbo a puerto o astilleros todo un espectáculo.

La vista se detiene, a ambos lados, en las joyas que Ferrolterra luce en su aspiración por ser Patrimonio de la Humanidad. El fortín de San Felipe, cuyo origen data del reinado de Felipe II, se mantiene como elemento de un sistema defensivo que completaba el de La Palma, asentado en la dos veces real villa de Mugardos y que aguarda por su recuperación como hotel de lujo.

Recintos y paisajes que despertaban las envidias de otros países, ávidos por conquistar estas tierras. De ahí que los ingleses dijesen aquello de que si tuviesen una dársena como la ferrolana, la rodearían "con un muro de plata". Una sentencia de William Pitt, primer ministro en el siglo XVIII.

Ya en tierra firme, pero sin perder el olor a mar, sobresale un ejemplo de construcción mimada en cada uno de sus milímetros: el antiguo Cuartel de Instrucción de Marinería. Edificio neoclásico de 1752, sirve como residencia para la dotación de las fragatas F-100, 230 personas por unidad.

Su finalidad: dar imagen del liderazgo mundial de España. El edificio fue levantado para almacenar armamento, por lo que podría parecer un despilfarro semejante desembolso. Emprendido por Fernando VI y finalizado por Carlos III, este último, gran hacedor del despegue de la urbe, llegó a ironizar afirmando que, si tanto dinero se había gastado, tendría que divisarse desde Madrid.

Antes, hay que sobrepasar la línea de La Cortina. Junto al puerto comercial, subsisten sus 800 metros de muralla de granito. Un sistema defensivo perfilado hacia 1767, con 100 cañones de hasta 2 kilómetros de alcance montados sobre cureñas de madera.

Dependencias militares y astilleros comparten la flamante fachada marítima de aquel Ferrol que en el XVIII no era más que una pequeña villa pesquera de 1.000 habitantes. Erigido en torno a 1750 como relevo a los primeros astilleros de A Graña, el Arsenal cuenta con dos entradas de gran valía arquitectónica.

La Puerta del Dique tuvo cuatro finalidades: entrada, cuerpo de guardia, capilla y ser el primer reloj público de Ferrol. Junto a Ferrol Vello, la Puerta del Parque, labrada en piedra en el reinado de Isabel II y ante la que se asientan el recuperado foso y la Fuente de la Fama. Allí, junto al ahora abandonado Puerto Chico, se funden dársena y Arsenal. Ambas palabras provienen de la misma expresión árabe, que significa ‘casa de fabricación’.

Unos astilleros florecientes requerían de un soporte adecuado al particular avance de aquellos tiempos. Inaugurado en 1879, con la varada de la fragata ‘Victoria’, el ingeniero militar Andrés Comerma diseñó el Dique de la Campana. Adaptó su peculiar estructura a los procesos de reparación y carenado de buques de la época, de casco de hierro.

De cantería, fue el mayor del mundo y la mejor obra hidráulica del XIX en Galicia. En sus trabajos, que se prolongaron durante cinco años, tomaron parte 1.200 obreros. Su coste, tres millones y medio de pesetas. 200 mujeres transportaron los 245.000 metros cúbicos de tierra empleados. La elevada siniestralidad derivó en la apertura de una Casa de Socorro.

La construcción casi coincide en el tiempo con el aumento de extensión militar, privando a la urbe de su mejor flanco hacia la ría y asimilando parte de la primigenia alameda, la más antigua de la comunidad gallega.

Defensa rehabilitó las forjas y fundición del primer Arsenal y el penal de San Campio para abrir el Museo y de la Exposición Nacional de la Construcción Naval (Exponav).

Salas con siglos de historia de la Armada y las antiguas colonias. Mucho antes, más de 1.200 presidiarios afrontaban, tras la abolición de la condena a galeras, una de las labores más penosas: manejar las bombas de achique de los dos diques.

Parada en el Cuartel de Dolores. Esconde la zona monumental de Fontelonga, único de los tres antiguos accesos a la ría en pie, ahora sin aguas que la bañen por la ampliación de astilleros y arsenales. En la propia Navantia terminó este miércoles la presentación de la ruta a turoperadores, con la asistencia del alcalde de Ferrol, José Manuel Rey Varela, y el presidente de la Diputación de A Coruña, Diego Calvo.

Si desde sus diques se lanzaron las mayores embarcaciones de sus respectivas épocas, persiste su prestigio con las modernas fragatas dotadas del sistema de combate Aegis –nombre del escudo del dios Zeus-, o el Buque de Proyección Estratégica ‘Juan Carlos I’.

También el pasado miércoles, se presentó la programación de la Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional y que aspira a serlo a nivel internacional. Un acto que sirvió de homenaje a los ‘padres’ de la Semana Santa local tal y como se conoce en la actualidad, integrantes de las cofradías que hicieron renacer los desfiles tras la Guerra Civil.

Ferrol ofrece turismo de naturaleza, cultural, gastronómico, religioso, deportivo, arquitectónico y lúdico. Tres son sus principales apuestas: las procesiones, el salón del caballo Equiocio y la nueva Ruta de la Construcción Naval.

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