Según un estudio liderado por un investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO), publicado este mes de julio en la revista Global Change Biology, la interacción trófica entre el fitoplancton y el zooplancton en el mar del Norte sufrió un cambio a principios de los años 70 que, probablemente, hace al ecosistema más vulnerable ante impactos como la sobrepesca o la contaminación.

Una tendencia que ha supuesto una disminución considerable de la biomasa del zooplancton.
 
IEO, 27 Jul. (Cádiz).- Marcos Llope, investigador del Centro Oceanográfico de Cádiz del IEO, ha liderado a un equipo internacional de científicos procedentes del Sir Alister Hardy Foundation for Ocean Science (SAHFOS) en Inglaterra, la Universidad de Iowa en EEUU y el Centre for Ecological and Evolutionary Synthesis (CEES) de la Universidad de Oslo, en un estudio en el que han analizado las dinámicas tróficas del plancton en el mar del Norte a lo largo de los últimos 50 años.
 
Los resultados del estudio revelan que a principios de los 70 se produjo un cambio importante en la dinámica del plancton. Se pasó de una estructura compuesta por zooplancton grande que se alimentaba de diatomeas a otra formada por zooplancton más pequeño que consume plancton de menor tamaño como los dinoflagelados. Una tendencia que ha supuesto una disminución considerable de la biomasa del zooplancton.
 
La hipótesis más factible ante estos resultados es un cambio en la composición del fitoplancton, probablemente a consecuencia del calentamiento del agua, que hace que la nueva comunidad no sea tan productiva para el zooplancton como anteriormente.
 
En otros sistemas marinos se ha comprobado que redes tróficas como ésta son más susceptibles de experimentar cambios de régimen. En ecosistemas con una base como ésta la probabilidad de que la sobrepesca produzca cascadas tróficas parece también mayor.
 
La nueva visión integral de los ecosistemas
 
La investigación marina actual trata de identificar en qué sentido están cambiando nuestros mares y si esos cambios son fruto de su variación natural intrínseca o si están siendo producidos por el cada vez mayor impacto antropogénico, ya sea indirectamente a través del cambio climático o mediantes actuaciones directas como la sobrepesca o la contaminación. El conocimiento de la variabilidad de nuestros mares a diferentes escalas espacio-temporales se hace indispensable para un mejor manejo de los ecosistemas ya que nos ayuda a calibrar la resistencia que cada sistema posee ante los impactos a los que está sometido.
 
El plancton se encuentra en la base de la cadena trófica de nuestros mares y, por tanto, es el primer y principal responsable de transmitir los efectos de la variación ambiental a los niveles tróficos superiores. Si bien el plancton no es un recurso que la sociedad use directamente, los organismos que dependen de él, como los pequeños peces pelágicos (sardina, anchoa), se ven rápidamente afectados por cualquier cambio que se produzca a este nivel. El tipo de relación entre los eslabones de la cadena trófica marina, lo que se conoce como estructura trófica, determina la respuesta de todo el ecosistema a las presiones externas y debe de ser tenida en cuenta a la hora de aplicar cualquier tipo de medida sobre ellos.
 
Esta visión integral, que considera los ecosistemas marinos de forma global, se impone actualmente a la visión clásica donde únicamente se tenía en cuenta aquellas especies de interés económico ignorando las interacciones entre ellas y los demás componentes del ecosistema.
 
Esta visión reduccionista ha sido en parte la causa del manejo poco exitoso de las pesquerías mundiales. Afortunadamente, las agendas políticas europeas han abrazado este nuevo paradigma y encomiendan la evaluación integral de nuestros ecosistemas marinos.
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