“Si no se corrige el creciente incremento de la piratería y de los secuestros, muchos navegantes altamente cualificados podrían optar por abandonar los buques mercantes, lo que tendría efectos devastadores sobre el comercio en todo el mundo”. Así de categóricamente lo expresa la Oficina Marítima Internacional, tras dar a conocer las cifras correspondientes a 2010, el año de los récord en lo que respecta a número de barcos apresados, tripulantes y pasajeros retenidos, y rescates percibidos por liberar a sus presas.

Los 445 ataques a mercantes registrados a lo largo de todo el año suponen un incremento del 10% con respecto a 2009
 
CAPITAL NEWS, 8 Feb. (Madrid).- Los 445 ataques a mercantes registrados a lo largo de todo el año suponen un incremento del 10% con respecto a 2009, certificando un aumento sostenido desde 2007. De esos asaltos, 53 concluyeron con la incautación del buque por los piratas y 1.181 personas apresadas, “la cantidad más alta que jamás hayamos visto”, según Pottengal Mukudan, director del centro de monitoreo de la Oficina Marítima Internacional.
 
Aunque el Mar de China y las costas de Indonesia, Nigeria y Bangladesh han sido escenario de importantes aumentos en este tipo de incidentes con respecto a años pasados, siguen siendo los piratas somalíes los que acaparan el 92% de las capturas. Sus puertos, en especial el de Haradheere, se han convertido en auténticas bases para este tipo de bandidaje. Actualmente albergan 31 barcos mercantes con sus 713 tripulantes, entre ellos los dos marineros gallegos del Vega 5, el pesquero propiedad de Pescanova y bandera de Mozambique, convertido hasta ahora en el buque apresado a mayor distancia de las costas somalíes. Abordado en las inmediaciones del archipiélago de las Comores, el buque se internó y atravesó toda la zona presuntamente vigilada y enmallada por los navíos de la Operación Atalanta. “Solo les faltó hacerles un pasillo de honor”, comentan con sorna amarga pescadores gallegos que se cuestionan cada día si merece o no la pena embarcarse. Una pregunta a la que responden afirmativamente cuando la ponen en relación con los salarios que perciben por faenar en el Océano Índico, donde las compañías navieras han multiplicado sueldos, primas de riesgo e incentivos para mantener su actividad.
 
La OMI no publica estadísticas relativas al pago de secuestros por el rescate de las naves asaltadas. Sin embargo, las sospechas de que ése ha sido el modo de recuperar barcos y salvar la vida de sus tripulantes es más que una certeza, tanto para muchos de los tripulantes liberados como para los que siguen e investigan cada uno de los apresamientos. La OMI también certifica un importante aumento de la violencia empleada por los piratas del mar en sus acciones. Sin embargo, la lucha legal contra los de Somalia se está haciendo cada vez más difícil, tanto por la irresponsabilidad jurídica del gobierno de Mogadiscio como por las mayores trabas puestas por Seychelles y Kenia a albergar en sus cárceles y juzgar a los reos de estos delitos.
 
El más explícito en el terreno de la denuncia de los pagos por rescate ha sido el Gobierno de Argelia, que facilitó al de Estados Unidos en septiembre pasado un detallado informe sobre los abonos realizados presuntamente a los terroristas de Al Qaeda que operan en la extensa franja del Sahel. Los datos contenidos en tal documento fueron el motivo que encontró la Secretaría de Estado norteamericana para el tirón de orejas al gobierno español, al que acusó de no favorecer la lucha antiterrorista internacional, al plegarse a las exigencias de los delincuentes. En efecto, según los argelinos, España habría pagado 8 millones de euros por la liberación de tres cooperantes catalanes, uno de los cuales reclamó –y luego se retractó- una indemnización al Estado español por considerarse víctima del terrorismo. Con los 2,3 millones de euros, arrojados en bolsas, a cambio de la liberación del pesquero vasco Alakrana, España estaría a la cabeza en el pago de rescates. El listado argelino situaría después a Italia (3,6 millones de euros), Austria (2,5 millones), y Suiza, Alemania y Canadá (2 millones cada uno).
 
Argelia cifra en un total de 50 millones de euros los obtenidos por los terroristas de AQMI, lo que constituiría su principal fuente de financiación, y gracias a la cual siguen incrementando y modernizando sus arsenales de armas para cometer nuevos ataques. Estos terroristas habrían elevado ya a los 5 millones de euros sus pretensiones iniciales por cada uno de sus secuestrados, a los que ya se ha convertido en habitual añadan peticiones de puesta en libertad de otros terroristas apresados por gobiernos del Sahel.  
 
Fuentes oficiosas de Yibuti, Tanzania, Kenia y Reino Unido coinciden en que, por lo que respecta a la piratería marítima en las costas africanas, el centro del negocio se sitúa en Londres, donde estarían radicados los abogados y mediadores, con sus ramificaciones respectivas en Nairobi, además del centro financiero por el que transitarían las órdenes a otras filiales para transferir las diversas cantidades de dinero con las se pagaría la libertad de los rehenes y la liberación de los buques.
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