Lluvia, frío, mareas... nada impide el marisqueo en su mes más importante. Las mariscadoras se ponen seis capas de ropa y cogen almeja en agua helada. Mariscadoras y pescadores compensan en diciembre los ingresos del año. La Xunta aumenta el cupo y recogen en dos horas el doble que en otros días
 
Tras la festividad de Reyes, los precios caen en picado
 
PONTEVEDRA, 26 dic. (El Mundo. Natalia Puga.- Victoria López se ha levantado a las siete de la mañana, se ha vestido con una camiseta interior, una exterior, dos jerséis, una sudadera, una cazadora y un chubasquero, y ha puesto rumbo a la sede de la Cofradía de Pescadores de Lourizán (Pontevedra). El termómetro apenas supera los cero grados de temperatura y la lluvia es insistente, pero hoy no puede dejar de ir a trabajar. Estamos en Navidad y "con el trabajo de este mes salvo el del resto del año". Victoria López es mariscadora y gracias a su trabajo y al de miles de compañeros de su sector en estas fiestas la almeja, la centolla o la vieira pueden llegar al plato.
 
¿De dónde sale el marisco que tengo en mi mesa? Es una pregunta que cualquier español puede hacerse cuando se sienta ante un buen aperitivo durante las fiestas navideñas. La respuesta está en las manos de Victoria López. También en la de su compañera Begoña Otero, en las más de 350 profesionales que ese mismo día salieron a recoger almeja en las cofradías del fondo de la Ría de Pontevedra o en la de las 450 que forman parte de la Agrupación de Mariscadoras de a pie de O Grove.
 
Está en los madrugones, las mojaduras y los resfriados que los trabajadores de este gremio se han cogido desde principios del mes de diciembre por todas las rías gallegas. Mariscadoras recogiendo almeja o berberecho. Pescadores saliendo en busca de centolla, nécora o vieira. ‘Percebeiros’ arriesgándose en las rocas. Pescadores recogiendo el besugo o la dorada que llenará los segundos platos en tantas casas.
 
Victoria López es sólo un nombre entre miles, pero su experiencia se puede extrapolar a la de todo el sector pesquero y marisquero gallego. Desde el martes 7 de diciembre han explotado las playas de las rías de Galicia en busca de las almejas (fina y japónica) y berberechos que desde hace semanas llenan los platos de todos los españoles. En la última semana han incrementado su trabajo con el obstáculo de que, además, la marea baja (el momento en que las mariscadoras de a pie pueden hacer su trabajo) ha coincidido con las primeras horas de la mañana y con días de bajas temperaturas y lluvias persistentes.
 
"Este mes no puedo faltar ningún día a trabajar. Con lo que gano no es que salve los ingresos de diciembre, sino también los de enero, febrero, marzo…", explica Begoña Otero a pie de playa, en un pequeño descanso que ha tenido que hacer en medio de las poco más de dos horas de bajamar en las que se concentran su trabajo del día "porque hoy, no sé por qué, me ha cogido el frío".
 
Esta mariscadora pontevedresa lleva nueve años dedicándose a esta profesión y asegura que "es muy bonita, es algo que realmente me gusta y en verano salgo a mariscar de muy buena gana, pero otra cosa es cuando llega el invierno. Hoy no traigo el pijama debajo porque no ha coincidido, porque aún no hace tanto frío como otros días atrás".
 
Su compañera Victoria López asiente ante sus apreciaciones. Ella lleva 20 años trabajando de mariscadora y, aunque para muchos podría considerarse una veterana, aún se refiere a otras pontevedresas que comparten plaza en el cabildo de Lourizán como "las que tienen experiencia" y habla con admiración de ellas porque "se atreven a ir hasta la zona más alejada, donde está la mejor almeja". "Las que son más veteranas incluso vienen con traje de neopreno", resalta.
 
Las 350 mariscadoras de a pie de las cofradías del fondo de la Ría de Pontevedra (Lourizán, Raxó y San Telmo) se reparten a diario el 40% de la playa de Lourizán abierta al marisqueo (el resto es zona C y no se puede trabajar en esta época, la Xunta de Galicia lo mantiene cerrado) y de los bancos de Combarro y O Ameixal.
 
Entre ellas no hay competencia. Cada una tiene un objetivo: recoger su cuota diaria permitida (dos, tres o cuatro kilos de almeja fina, más según se acercan los días de más demanda en la lonja; desde siete hasta 15 de japónica; y cinco de berberecho) en el menor tiempo posible, llevarlas a la lonja para que las pesen y comprueben que cumplen las medidas estipuladas e irse para casa con la satisfacción de haberse ganado bien el pan.
 
Cuando están en la arena, el compañerismo reina y "cada una tenemos nuestra parcela, nadie se mete en la de nadie y es raro que algún día una se vaya sin haber cubierto el cupo, (si es así) es porque se ha sentido mal o porque ha tenido que marchar antes por algún motivo". Entre risas y afán de trabajo para aprovechar la bajamar incluso olvidan el frío.
 
"Aquí parada te congelas, pero cuando estás ahí agachada hasta te entra el calor", explica una mariscadora de Lourizán que reconoce que lleva encima hasta seis capas de ropa, un chubasquero, pantalón y botas de agua. A medida que se van acostumbrando a la temperatura del agua van quitándose prendas y hay quien llega a quedarse en manga corta.
Rías más rentables.
 
En la ría de Pontevedra diciembre es fundamental para que las mariscadoras consigan ingresos que les compensen por los meses de parón laboral del resto del año, tanto por falta de marisco, como por motivos de salubridad de las aguas o por paro biológico del marisco. En Lourizán llevan a la lonja una media de 1.200 kilos diarios frente a los 500 como máximo de cualquier otro mes o los 700 alcanzados hace tan sólo tres semanas. Sin embargo, esta excepcionalidad no se nota en otras zonas de Galicia más ricas en producción marisquera.

"En otras rías este mes es muchísimo más rico, hacen el triple o más de recolección que el resto del año, pero en O Grove no llegamos a eso, será casi el doble, pero no más, aquí tenemos la suerte de tener mucho trabajo todo el año", explica al respecto el patrón mayor de la Cofradía de San Martiño de O Grove, de las que tiene más mariscadores adscritos de Galicia, como en todos los casos, la mayoría, mujeres.

Francisco Iglesias asegura que en esta localidad de la ría de Arousa durante las fechas previas y posteriores a Navidad "salen a la playa más o menos las mismas mariscadoras que el resto del año porque para renovar los permisos tienen que tener el 70% de los días fijados para mariscar trabajados". Sin embargo, en otros bancos marisqueros más pequeños esta situación no es así. En esta época pueden llegar a duplicarse el número de caras que se agachan a recoger el marisco en la arena.
La demanda baja en picado en enero

En los últimos días, las más de 450 mariscadoras de la Agrupación de a pie de O Grove, que preside Dolores Goldar, han manchado del verde de su ropa de agua o el negro de sus trajes de neopreno la costa arousana, en los ocho días que este diciembre se han fijado como laborables para su actividad.

Tanto ellas como otras compañeras del resto de las rías gallegas están aprovechando al máximo los días que faltan hasta la noche de Reyes, pues "después, en enero, la demanda baja en picado", señalan desde O Grove. Diciembre es el mes de mayores ingresos para las mariscadoras porque la Administración les aumenta el cupo permitido y pueden recoger más marisco; la demanda crece; y el precio se dispara en la lonja.

Todos quieren tener en sus mesas un buen marisco para celebrar las fiestas, pero pocos se paran a reflexionar en que "el mal tiempo hace subir el precio de la almeja o el berberecho en lonja". ¿Por qué? Salir a trabajar bajo la lluvia, con el agua a varios grados bajo cero y las tormentas y la fuerza de las mareas como compañeras es un esfuerzo que hay que compensar de alguna forma.

"Aún recuerdo la primera vez que entré en el mar, cogí una gripe de cuidado y mi madre me dijo que no volviese, pero hay que trabajar, es duro, pero sólo en la playa me gano la vida", concluye Victoria López.
 

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