Un estudio liderado por un investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO), publicado el pasado mes de octubre en la revista Global Change Biology, ha recreado mediante un modelo la triste evolución del ecosistema del mar Negro en las últimas décadas, y ha demostrado lo complicado que es revertir esta situación y alerta de que otros mares podrían correr la misma suerte si no se toman las medidas necesarias.

“Los procesos ocurridos en este ecosistema deben ayudar a evitar situaciones similares en otros mares”

IEO. Cádiz, 8 de noviembre de 2010. Marcos Llope, investigador del Centro Oceanográfico de Cádiz del IEO, ha liderado a un equipo internacional de científicos de la Universidad de Oslo, el IFREMER francés, la Academia de Ciencias y el Instituto de Pesquerías de Bulgaria, la Universidad de Iowa en EE.UU. y el Instituto de Investigación Oceanográfica de Ucrania en un estudio en el que han simulado diferentes condiciones ambientales y pesqueras en el mar Negro para predecir la evolución del ecosistema en diversas situaciones.

El estudio, publicado en la revista Global Change Biology, consiste en un modelo de cuatro eslabones de la cadena trófica del mar Negro: fitoplancton, zooplancton, medusas y peces. Tras una caracterización detallada de las relaciones entre cada eslabón y las de éstos con su entorno los científicos pueden predecir como afectarán al sistema las presiones externas tales como la pesca o el vertido de detergentes.

El estudio ha demostrado que el sistema en su conjunto tolera mejor los cambios ambientales cuando su cadena trófica está organizada y que, de esta forma, la sobrepesca de grandes predadores como atún o caballa en los años 60 y 70 condujo a un nuevo orden frágil y difícil de revertir.

Los pequeños pelágicos como la anchoa, presas de los grandes depredadores sobrexplotados, aumentaron exponencialmente el tamaño de sus poblaciones que rápidamente extenuaron el zooplancton, su fuente de alimento, lo que permitió que aumentara la biomasa de fitoplancton. Esta rápida reestructuración del ecosistema, desencadenada al alterar profundamente un eslabón de la cadena, se conoce como cascada trófica, un episodio muy difícil de revertir y que hace al sistema muy vulnerable.

La frágil estructura del nuevo ecosistema no pudo amortiguar los cambios que le esperaban. En los años 80, con una cadena trófica decapitada, algunos cambios socio-políticos acontecidos en los países de órbita soviética, la conocida como revolución verde, caracterizada por el incremento en el uso de fertilizantes y detergentes, provocaron una fortísima eutrofización de sus aguas, con episodios de anoxia y mareas rojas. En los 90, tras tres décadas de intensa presión pesquera sobre los pequeños pelágicos sus poblaciones colapsaron. Este hecho coincidió con la introducción de una especie de medusa invasora, el ctenóforo Mnemiopsis leidyi, lo que agravó aún más la situación y llamó la atención internacional sobre el mar Negro.

Esto pone de relieve la importancia de preservar la estructura de las cadenas tróficas en su integridad como medida para incrementar la capacidad de recuperación de nuestros ecosistemas marinos. “Los procesos ocurridos en este ecosistema deben ayudar a evitar situaciones similares en otros mares, quizá menos sensibles pero igualmente en riesgo”, explica Marcos Llope.

Referencia
Llope M, Daskalov G, Rouyer T, Mihneva V, Grishin AN, Chan K-S, & Stenseth NC (2010) Overfishing of top predators eroded the resilience of the Black Sea system regardless of the climate and anthropogenic conditions. Global Change Biology, doi: 10.1111/j.1365-2486.2010.02331.x.
 

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