Frente a la costa gerundense del Cap de Creus se encuentra uno de los más valiosos, y la vez más desconocidos, paraísos submarinos del Mediterráneo occidental. El suelo bajo el agua se prolonga primero con una suave pendiente y, después, a unas cuatro millas mar adentro, se interrumpe bruscamente con un gran acantilado subacuático que se precipita hasta los 2.000 metros de profundidad. Es el cañón de Creus. Los investigadores sólo han bajado con robots hasta los 400 metros, pero han podido documentar algunos de sus tesoros naturales. El lugar acoge las formaciones de coral de aguas frías más importantes del Mediterráneo español, unas ramificaciones de color blanco que crecen por debajo de los 100 metros de profundidad. Es el hábitat ideal para los alevines y juveniles de diversas especies de peces.
Tres primeras áreas marinas protegidas serán aprobadas el año próximo
 
LA VANGUARDIA, 3 oct. El cañón de Creus es uno de los diez enclaves que el Ministerio de Medio Ambiente ha preseleccionado para impulsar la red de áreas marinas protegidas. Actualmente, en España sólo hay un área protegida en el mar (la del Cachucho, frente a Asturias), además de una decena de reservas pesqueras. Así, menos de un 1% de las aguas marinas tienen alguna figura legal que las proteja. Los mares, sus fondos y sus hábitats, pese a estar muy expuestos a los riesgos de sobreexplotación y a la degradación, no están bien defendidos. Y es lo que se pretende ahora conseguir.
El cañón de Creus es un ejemplo representativo de lo que se quiere proteger. Es una explosión de vida marina, según los expertos.
"En este lugar, se da una gran acumulación de krill mediterráneo (pequeños crustáceos) y por tanto una fuente de alimento para muchísimos peces. Registra una alta producción de vida marina. Hasta allí, por ejemplo, va a alimentarse la merluza. Esa concentración de biodiversidad y las comunidades corales que atesora hacen que su conservación sea vital", explica Josep Maria Gili, profesor 0 de investigación del Institut de Ciències del Mar (CSIC) en Barcelona.
La protección de los espacios marinos es una obligación para la Administración. Es un compromiso internacional derivado de la firma del Convenio de Biodiversidad. El referido acuerdo internacional exige a los países firmantes crear refugios en el mar que abarquen como mínimo el 10% de los mares. Por eso, el Gobierno impulsa la aprobación de la ley de protección del medio marino (en trámite en el Congreso), que sentará las bases para promover la red de áreas marinas protegidas y organizará las estrategias de conservación. Y con esta misma finalidad, el Ministerio de Medio Ambiente ha seleccionado las diez zonas de alto valor que merecen este reconocimiento. Para caracterizar las áreas, se está llevando a cabo un amplio conjunto de trabajos científicos en cada una de las zonas seleccionadas (que coordina la Fundación Biodiversidad y cofinancia la UE).
Los ecosistemas seleccionados son muy variados. Hay cañones, valles, montañas e islas submarinas o formaciones volcánicas. La lista incluye, además del cañón de Creus, el banco de Galicia, el cañón de Avilés, el delta del Ebro-Columbretes, el canal de Menorca, el Seco de los Olivos (frente a Almería), la isla de Alborán y conos volcánicos, las chimeneas hidrotermales de Cádiz, el banco de la Concepción (al norte de Lanzarote) y el sur de la isla Fuerteventura.
Los valores naturales en juego son enormes. El banco de Galicia, por ejemplo, alberga formaciones de corales de aguas frías con cavidades y huecos que crean variados microhábitats que atraen a una gran variedad de especies. El canal de Menorca es un mar de sorpresas de corales blandos, y la isla de Alborán acoge delfines, calderones negros y grises, cachalotes y rorcuales, así como una abundante población de tortugas.
El Ministerio de Medio Ambiente prevé que el año próximo se aprueben las tres primeras áreas marinas protegidas – el banco de Galicia, el cañón de Avilés y las chimeneas hidrotermales del golfo de Cádiz-,mientras que en el año 2012 se concretaría la protección de las demás, según explica Juan Carlos Martín Frageiro, secretario general del Mar.
Medio ambiente y sostenibilidad
Algunas de estas áreas (como la del cañón de Creus, situada en el límite del golfo de León) o la isla de Alborán obligarán a involucrar en la conservación a Francia, a Argelia y a Marruecos. El proceso para conformar estas áreas marinas protegidas obligará a "reforzar la coordinación entre España y los demás estados miembros de la Unión Europea o con terceros países que comparten la misma región o subregión marina para asegurar la coherencia y coordinación de las estrategias de la misma zona", explica a este diario la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa.
Una vez completada la actual evaluación científica y delimitado el ámbito geográfico de estas áreas marinas, los proyectos serán sometidos a los trámites de información pública, añade Martín Frageiro.
Las áreas marinas quedarían incorporadas en la lista de enclaves de la Red Natura 2000, que recoge los espacios de valor natural representativos de nuestro país. Cada una de ellas tendrá un plan de usos elaborado con criterios ambientales. Por eso, entre otras posibilidades, explica Martín Frageiro, cabe la opción de que en algunas de ellas se prohíba la navegación marítima o se restrinjan determinadas prácticas pesqueras que sean dañinas, o incluso se regule la pesca mediante modalidades que no sean lesivas para los ecosistemas y sí compatibles con la protección de la biodiversidad.
Esta misma protección podría comportar también limitaciones en la explotación de gas y petróleo o en la instalación de gasoductos marinos, según José Luis García Vargas, experto de WWF. También se ordenaría el tráfico marítimo para defender a los cetáceos (evitando la colisión con barcos o los ruidos). Igualmente, se podría poner un freno al exceso de capacidad de la flota pesquera en algunas zonas.
Las áreas marinas en estudio recogen en gran medida una propuesta efectuada en su día por la organización conservacionista WWF. Esta entidad reclama configurar áreas marinas protegidas con una gran ámbito territorial, pero no tanto con la finalidad de prohibir la pesca o imponer restricciones extremas, sino para "considerar todo el espacio como una unidad de gestión". De esta manera, se podrá luego concretar en qué zonas se debe dar una protección estricta o en qué zonas se pueden fijar limitaciones más preventivas.
"Si proponemos proteger el cañón de Creus no es porque queramos prohibir la pesca en toda la zona, sino porque tal vez sea necesario impedirlo en las partes más profundas del cañón. Se podrían poner limitaciones para que no se pueda pescar a partir de una determinada profundidad", dice José Luis García Vargas.En eso coincide con el biólogo Josep Maria Gili: "Se trataría de fijar medidas de protección en un 5% o un 10% del cañón de Creus prohibiendo en unos casos toda actividad y en otros limitándola".
Los pescadores y otros usuarios del mar tendrán, pues, restricciones que en su día se deberán concretar. Pero el secretario general del Mar, Martín Frageiro, dice que el sector pesquero está preparado para los nuevos tiempos. "El sector pesquero es el más interesado en proteger los recursos. Los pescadores quieren seguir con su trabajo y que se protejan las zonas de desove para que su actividad siga teniendo futuro", señala.
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