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El futuro de la pesca pasa por convertir la biología pesquera en la ciencia de la conservación de las pesquerías, y por el cierre de zonas en el océano, incluyendo la creación una red mundial de áreas protegidas marinas. Así lo explica Daniel Pauly en el último número de la revista Scientia Marina, que edita el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. Su análisis revisa la evolución de la pesca desde la Segunda Guerra mundial hasta la actualidad.

La pesquería actual tiene dos alternativas: seguir como hasta ahora, lo que transformaría los ecosistemas marinos en zonas muertas, o convertirse en una disciplina que apueste por el mantenimiento de la vida más que por obtener el máximo rendimiento pesquero, y que se dirija a implementar algún tipo de gestión equilibrada de los ecosistemas.

Esa transformación requeriría el uso extensivo del cierre de zonas en el océano, incluyendo la creación una red mundial de áreas protegidas marinas. Estas son las principales conclusiones de un trabajo de Daniel Pauly, publicado en el ultimo número de la revista Scientia Marina, que edita el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC.

Además, afirma este autor, el crecimiento anual de las áreas protegidas, que actualmente sólo cubren el 0,7% de los océanos, es insuficiente para cumplir con objetivos como los acordados en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (http://www.cbd.int/), tratado internacional que marca como meta el proteger un 10% de los océanos para el 2010.

Pauly, director del Centro de Pesquerías de la University of British Columbia (Canadá), es una autoridad mundial en el estudio de les reservas pesqueras. Colaborador científico del Instituto de Ciencias del Mar, narra en su trabajo cómo apareció durante las tres décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial lo que denomina el “trío tóxico” que dominó en las pesquerías: declarar capturas inferiores a las reales, ignorar las sugerencias de la comunidad científica y culpabilizar al medio ambiente de los colapsos pesqueros.

El autor destaca, además, que esas capturas inferiores a las reales son las que se recogían en estadísticas oficiales como las de la FAO de las Naciones Unidas, estadísticas que todavía son utilizadas por muchos investigadores que estudian la evolución de las pesquerías para elaborar prospecciones de futuro. Esas capturas invisibles que no fueron declaradas, dice Pauly, deberían ser tenidas en cuenta si se quiere enfocar seriamente el problema de la sobreexplotación pesquera.

Crecimiento y colapso

Los años posteriores a la Segunda Guerra mundial fueron un período de rápido incremento en el esfuerzo y la captura pesquera, pero también de colapsos espectaculares, principalmente de los estocs de peces pelágicos pequeños, como las pesquerías del Atlántico Norte.

La respuesta a estos colapsos fue ampliar las zonas de pesca: hacia el sur, hacia aguas más profundas y a nuevos organismos, capturando y vendiendo especies de peces e invertebrados que antes se desechaban, y que generalmente pertenecen a niveles inferiores de la red trófica. Esta expansión, explica Pauly, ofreció muchas oportunidades para “realizar disparates, como los ‘acuerdos’ negociados por la Unión Europea para acceder a los recursos pesqueros del Noroeste de África, el acuerdo-cuota que permitía a China explotar la misma región, y el que Japón culpara a las ballenas por la resultante disminución de los recursos”.

Con las capturas pesqueras disminuyendo, una acuicultura que aun no es capaz de compensar la pérdida, y el rápido incremento de los precios de combustibles, deben esperarse cambios tanto en la industria pesquera como en las disciplinas científicas relacionadas. En particular, la biología pesquera tendrá que convertirse en la ciencia de la conservación de las pesquerías, cuyo objetivo será el de resolver el mencionado ‘trío tóxico’, para mantener la biodiversidad marina y de los ecosistemas que proveen servicios esenciales a las pesquerías.

En términos generales, la crisis por la que están atravesando las pesquerías puede considerarse, afirma este autor, como una oportunidad para renovar su estructura y gestión, y para crear una ciencia de conservación pesquera.

* R+D CSIC es una publicación electrónica de la Oficina de Transferencia de Tecnología (OTT) para dar a conocer la investigación de los centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Está elaborada por la Unidad de Comunicación y Transferencia de Tecnología, Delegación del CSIC en Cataluña.

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