La incertidumbre desangra la esperanza de un país que reclama luz y taquígrafos y que ayer se vio sacudido por la filtración de un cable del comandante del submarino que constituye la última noticia que se tuvo de él antes de desaparecer. «Ingreso de agua de mar por sistema de ventilación al tanque de baterías N° 3 ocasionó cortocircuito y principio de incendio en el balcón de barras de baterías. Baterías de proa fuera de servicio. Al momento, en inmersión propulsando con circuito dividido. Sin novedades de personal, mantendré informado», afirma el responsable de la nave. El mensaje se habría transmitido por radiofrecuencia el 15 de noviembre a las 8.52 de la mañana, lo que deja en evidencia que la Armada conocía desde el primer momento que la nave tenía problemas mayores que los que en principio se desvelaron.
«Son horas críticas, muy angustiantes», reconoció en su parte diario el capitán Enrique Balbi, quien se mostró sorprendido por las ampollas que levantó la difusión del cable. El portavoz de la Armada aseguró que «en ningún momento» responsable alguno consideró una «emergencia o avería de gran magnitud» el «principio de incendio» del que informó el San Juan. «Con todas las comunicaciones telefónicas que hubo, en ningún momento ni el comandante [de la nave] ni comandante superior consideró ese tema ni como una emergencia ni como una avería de gran magnitud, porque lo pudo solucionar por la alimentación», explicó. Una vez superada, añadió, el submarino podía «seguir navegando incluso con inmersión.
También comentó que continua el dispositivo de búsqueda con el «apoyo internacional» e informó de que se espera que hoy arribe a la zona el buque que transporta un minisubmarino facilitado por EEUU para el rescate aunque advirtió que no se sumergirá ningún vehículo hasta que no esté localizado el punto donde se encuentra la nave. La comparecencia de Balbi se produjo con dos horas de demora, lo que disparó las especulaciones y sumó aún más incertidumbre ante la creciente ola de rumores sobre ceses en la cúpula de la Armada.
El ministro de Defensa, Oscar Aguad, que desde un principio dejó trascender su descontento por la demora en recibir la información sobre la situación, deberá prestar declaración ante la jueza federal de Caleta Olivia, ciudad más cercana al último reporte de ubicación del sumergible, Marta Yañez, para aclarar qué información recibió y cuándo sobre el estado del submarino y su desaparición. La magistrada citó como testigo al ministro, al que pedirá que releve a la Armada de la obligación de confidencialidad y «levante el secreto de Estado» que le permita acceder a la información necesaria para «reconstruir» las últimas horas del San Juan antes de perderse en el mar.
En este escenario de expectación máxima, el jefe de gabinete, Marcos Peña, aseguró ayer que «de producirse cambios en la cúpula militar» no se debería a la gestión de la crisis del submarino, horas antes de dar inicio a la primera presidencia argentina del G-20 y recibir en Bariloche a 200 miembros técnicos del grupo para la primera de las 50 reuniones preparatorias de la cumbre que se realizará en diciembre de 2018 en Buenos Aires. El Gobierno capea el temporal que arrecia tras la muerte de un joven de 22 años, el sábado, en un operativo de la Prefectura en un territorio ocupado por el pueblo mapuche en la misma ciudad andina, a unos 1.600 kilómetros de Buenos Aires.
Incidentes entre los familiares en la base naval
Los familiares siguen aguardando algún tipo de confirmación definitiva sobre el paradero y la situación de los suyos en la base naval de Mar del Plata con la ayuda de equipos profesionales y asistencia espiritual. En una comunidad muy devota, dos hermanas de Celso Vallejos, uno de los tripulantes, cumplían ayer su tercer día de ayuno abrazadas a la fe y con la esperanza de mantenerlo hasta que su hermano sea localizado con vida. Sin embargo, la tensión de la espera no es inocua. Según Efe, algunos familiares vivieron momentos de tensión por discrepar sobre si los tripulantes están vivos o no. El incidente se produjo cuando Itatí Leguizamón, mujer de uno de los 44 desaparecidos, fue increpada por parientes de otros marineros después de que ella diera por hecho en televisión que los submarinistas «están muertos».
«Se sintieron ofendidos porque yo estoy afirmando que están muertos mientras que a ellos les dicen que no, que están bien y vivos», dijo Leguizamón, esposa del operador de radar Germán Oscar Suárez. Según relató, al intentar entrar en la base para conocer las últimas novedades, «varias personas» la insultaron, le dijeron que se fuera y hasta intentaron pegarle. «Si ellos no lo quieren aceptar es su problema. Cada cual acepta lo que quiere». Los expertos sostienen que, salvo milagro, las posibilidades de hallar a los tripulantes con vida se han volatilizado.
Fuente: lavozdegalicia
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2017/11/29/armada-vio-emergencia-incendio-reporto-san-juan/0003_201711G29P20991.htm