Los informes finales del proyecto de desmantelamiento indican que el 90% del Costa Concordia podría ser reciclado. Por otra parte, se han apartado 53.000 toneladas de material de desguace que, por su naturaleza, han sido tratados en varios plantas especializadas de Italia. El traslado de los restos del desguace del crucero ha requerido más de 4000 viajes. El año pasado, el costo de desmantelamiento de la Concordia fue de 114 millones de euros, de un presupuesto total de 1,2 mil millones para el rescate, el transporte y el desmantelamiento, todo ello realizado con sujección a estrictas normas de protección del medio ambiente.
Puesto en servicio en 2006, el Costa Concordia, fue el primero de una serie de cinco cruceros construidos por Fincantieri para la compañía italiana Costa Cruceros, que miden 290 metros de eslora y 35 metros de manga y desplazando un tonelaje total de 115.000 GT.
El naufragio se produjo el 13 de enero de 2012. El buque había zarpado unas horas antes desde el puerto de Civitavecchia, cerca de Roma, poco después durante la noche el barco hizo una pasada acercándose demasiado a la isla de Giglio, a unos 15 nudos de velocidad, tocando con una roca del fondo que provocó una fisura en ella obra viva del casco de más de 70 metros de largo. Eran 9:45 de una noche de invierno. Casi inmediatamente el buque perdió su propulsión, a pesar de las corrientes y el viento, milagrosamente el Concordia evitó zozobrar en la mar, llegando a aproximarse a la costa cerca del puerto de Giglio. Este hecho supuso que se pudieran evitar perdidas de vidas humanas mayores, pero aun así, 32 personas murieron y otras 157 resultaron heridas de un total de alrededor de 3216 pasajeros y 1013 tripulantes que estaban a bordo ese día.
Después de las operaciones de rescate de los pasajeros y la larga y difícil búsqueda de los desaparecidos en el mar y a bordo del buque, se dio prioridad a bombear los tanques de combustible de la nave, 2.400 m3, fueloil pesado, el cual, principalmente se extrajo entre febrero y marzo por Smit Salvage y Tito Neri, para evitar el derrame y la consiguiente contaminación. En abril, después de una evaluación de las propuestas de los diferentes consorcios, la filial americana de la compañí de salvamento Titan de Crowley Group, líder mundial en el rescate de buques naufragados, así como la empresa italiana Micoperi, que tiene una amplia experiencia en la construcción y la ingeniería submarina, fueron seleccionadas para llevar a cabo la operación de extracción de los restos del Concordia de su lugar de naufragio.
A continuación, se inició una obra colosal y extremadamente compleja. Se tuvo que construir bajo el barco una serie de plataformas submarinas para apoyar el casco cuando se adrizase. 34 cajones de de metal se fabricaron con el fin de ser soldados al casco hundido para servir como lastre y posteriormente como flotadores durante el remolque de los restos. Los primeros 17 fueron instalados en el lado de babor y los siguientes en el de estribor. El 17 de septiembre de 2013, a las 9 de la mañana, un equipo dirigido por el sudafricano Nick Sloane, un autentico as de los rescates marítimos, comenzó la etapa crítica del proceso de reflotamiento. Un sistema de cadenas y tornos logró crear la suficiente fuerza para el desprendimiento de la gigantesca masa de las rocas en las que estaba inserta. A continuación se hizo girar lentamente la nave, con la ayuda del agua de mar que llenaba gradualmente las cajas para servir como lastre. La parte más difícil sobrevino por la noche cuando el Concordia, que estaba que estaba inclinado a 64 grados, alcanzó un ángulo de 40 grados. Su punto de equilibrio, a partir del cual el buque cambiaría de forma natural para empezar a inclinarse en la otra dirección. Por ello se tuvo que dejar de bombear y tratar de mantener la gigantesca estructura para evitar que éste se balanceara y se hundiera por la otra banda. Ello se consiguió permitiendo que los restos del naufragio reposaran a la derecha en un lecho de sacos de cemento y plataformas metálicas instaladas en la ladera rocosa en que el buque quedó en reposo.
En los meses que siguieron, el trabajo consistió en asegurar la estabilidad de los restos del naufragio y su preparación para el remolque, incluyendo la soldadura de otras 17 cajas en el lado de estribor, que se encontraba nuevamente al aire y se podían observar las cicatrices de 20 meses pasados bajo el agua.
Es, finalmente, 22 de de julio de 2014, (la semana pasada se cumplieron tres años) cuando el Concordia flotó de nuevo y fue remolcado hasta el puerto de Génova para ser desmantelado. El convoy, bajo estricta vigilancia, con la presencia de numerosos buques de remolque, lucha contra la contaminación y apuró las medidas de seguridad, llegando finalmente al puerto italiano de Génova el 27 de julio.
El desmantelamiento de los restos del buque comenzaron mientras este estaba atracado a lo largo de un muelle. En primer lugar se procedió al vaciado del barco de todo lo que quedaba en el interior antes de empezar a cortar la superestructura. Cubierta a cubierta el buque fue desapareciendo a lo largo de los meses. La tarea fue complicada y difícil para los equipos, que además en noviembre de 2014 un macabro hallazgo, el cuerpo de Russel Rebello, un tripulante de origen indio desaparecido desde el accidente, se le encontró debajo de los muebles en una cabina del puente 8. Esta fue la víctima 32 del naufragio.
En 2016, seguía a flote la parte inferior del Concordia todavía unido a los cajones. Los restos se llevaron a continuación, al dique seco para ser totalmente desmantelado. A lo largo de todo el proceso los residuos se eliminaron teniendo en cuenta su grado de peligro por empresas de reprocesamiento especializadas, aprovechando al máximo los materiales reciclables.
Legalmente, después de un juicio largo, el capitán del buque, Francesco Schettino, fue declarado culpable de varios cargos, entre ellos los de homicidio y abandono del buque. Fue condenado en febrero de 2015, por un tribunal de Grosseto a 16 años de prisión. En mayo del año 2015 presentó un recurso y en mayo de 2017 ha apelado al Tribunal Supremo, permaneciendo libre durante el proceso pero con la prohibición de ejercer la profesión marítima. Tiene pendiente de cumplir su sentencia en prisión. Varios otros empleados de Costa Cruceros también fueron procesados por los tribunales italianos, entre ellos el director del hotel y dos oficiales del buque, el timonel de Filipinas que estaba de guardia en el momento de los hechos y el director de la Flota (en tierra) de la compañía.
Estos cinco acusados, que según lo permitido por la justicia italiana obtuvieron una sentencia de conformidad al reconocer los hechos, fueron condenados en julio de 2013 a penas de entre un año y medio a dos años y diez meses de prisión, la sentencia más grave fue impuesta al director de Flota por sus fallos en la gestión de la crisis.
Fuente: diariodenautica.com
http://www.diariodenautica.com/reportaje:-el-desastre-del-costa-concordia-se-ha-completado-el-desguace-del-buque