Ávila ha explicado hoy por videoconferencia con estudiantes y profesores de la Universidad de Barcelona (UB) que sus investigaciones, enmarcadas en el proyecto Distantcom, se centran en las moléculas de los invertebrados que viven en el fondo del mar antártico para evaluar su posible uso en el tratamiento de enfermedades.
El equipo científico del Institut de Recerca de la Biodiversitat (IRBio) de la UB, que se encuentra en la Antártida desde el pasado 15 de enero, también estudia los efectos del cambio climático en estos organismos invertebrados para investigar cómo se adaptan a las nuevas condiciones ambientales y buscar pistas sobre los cambios de los océanos.
El proyecto Distantcom se desarrolla en la base cívico-militar Gabriel de Castilla, en la isla Decepción, que se encuentra al norte del continente.
La isla es un cráter de un volcán sumergido, y consecuentemente tiene una serie de características térmicas que la convierten en un escenario futuro de lo que podría ser la Antártida de aquí a unos años con los efectos del cambio climático, según el científico Rafa Martín.
Los científicos han destacado que los fondos marinos de la Antártida albergan una elevada biodiversidad de organismos únicos en el planeta, cuyo futuro ante la acidificación del agua, una de las consecuencias del cambio climático, debe estudiarse.
El equipo de Ávila también dirigirá sus esfuerzos en estudiar parte del impacto ambiental que pueda tener el turismo creciente en la Antártida, y ha explicado que los barcos turísticos dejan residuos nocivos como bolsas o botellas en el agua, que ellos se encargan de recoger.
Además de las tareas de investigación sobre posibles componentes farmacológicos y los efectos del cambio climático, la campaña científica austral proseguirá con los trabajos de identificación y clasificación de especies que equipos previos españoles habían empezado.
Conxita Ávila ya ha dirigido dos proyectos en la Antártida, Ecoquim y Actiquim, que impulsaron el descubrimiento de nuevas especies en estos hábitats extremos.
El equipo es interdisciplinar y está formado por seis colaboradores, además de Ávila, que provienen también de la Estación Biológica de Doñana (EDB-CSIC), además de la UB.
El trabajo de los científicos cuenta con el apoyo logístico de los militares que viven en la base Gabriel de Castilla, una pequeña ciudad, según el comandante jefe Daniel Vélez, que también ha participado en la videoconferencia.
Vélez se ha mostrado orgulloso de la Isla Decepción, que tiene un perímetro de 15 kilómetros y ‘mucha fauna’, en comparación con el resto de la Antártida.
Las condiciones de vida en la Isla, aunque son suficientemente buenas por su localización hacia el norte, son duras y ‘dependen al 100 % de la climatología’, según el comandante.
Rafa Martín, del equipo de Ávila, ha explicado que durante una semana casi no han podido salir a bucear debido al mal tiempo y al oleaje.
La vida en la base ‘funciona un poco como una casa de campamentos de verano’, ha reconocido Ávila, que ha explicado que la rutina del equipo científico es hacer inmersión por la mañana y analizar las muestras que han recolectado por la tarde.
Las corrientes que genera la marea en la entrada de la isla son muy peligrosas, ha destacado Rafa Martín, y son un factor ambiental que se suma a todas las condiciones climatológicas que determinan cómo y cuándo pueden trabajar.
Ávila ha puesto en valor el ‘espíritu antártico’ de la expedición, un espíritu que consiste en resignarse cuando algún aparato no funciona y no se puede adquirir uno nuevo, por el aislamiento de la base.
Aun así, el centro tiene varias salas de laboratorios para que el equipo desarrolle sus investigaciones, además de taller, enfermería y unas tiendas de campaña aislantes en forma de iglú, donde duermen los científicos.
La expedición está previsto que termine el próximo 20 de marzo, después de dos meses de trabajo durante el verano austral, la estación con condiciones meteorológicas más favorables
Fuente: diariodenautica
http://www.diariodenautica.com/la-universidad-de-barcelona-estudia-organismos-marinos-para-uso-farmacologico-en-antartida
