La flota cefalopodera sigue sin ver la luz al final del túnel tres años después de su exclusión del último caladero que podría asegurar su futuro: Mauritania. El nuevo acuerdo negociado entre la UE y el país magrebí volvió, una vez más, a dejar fuera a la flota gallega, pese a mejorar las condiciones de la andaluza. Sin embargo, la patronal cefalopodera, Anacef, no ceja en su empeño para revertir esta situación y para que Mauritania readmita a sus barcos, aunque sea con licencias para pesca de especies demersales. Precisamente esa fue la vía de trabajo que se fijó ayer en una reunión entre la patronal, la asociación de armadores de Marín y representantes del BNG en el Parlamento, el Congreso y la UE. La intención del Bloque es reabrir la presión política, a pesar del sonoro portazo que Bruselas y Nuakchot dieron a la flota nuevamente este año.
Fuentes de Anacef explicaron que Mauritania sigue estando en sus objetivos. La patronal entiende que el país magrebí está en su derecho a dejar faenar en sus aguas a aquellos países que estime conveniente, pero lo que no se entiende tan bien en el sector pesquero gallego es la falta de interés por parte de las instituciones europeas a la hora de negociar la readmisión de los cefalopoderos. No es un problema de recursos, porque hay pulpo y los barcos gallegos, 16, no son tantos como para tener un impacto significativo en las capturas. Tampoco es una cuestión de incapacidad política, dado que el país magrebí se mostró dispuesto, y de hecho aceptó, mejorar las condiciones de trabajo de otras flotas europeas.
Comisión mixta
En los próximos meses se volverá a reunir la comisión mixta para evaluar la aplicación del nuevo acuerdo y es precisamente en ese momento cuando los armadores quieren que España dé un golpe de efecto y logre que sus socios europeos los escuchen y negocien el regreso de esta flota. Si no puede ser como cefalopoderos, al menos sí en la categoría de pesca demersal como licencia alternativa.
El encuentro de los armadores con los dirigentes del Bloque tuvo lugar en Marín, el principal puerto de esta flota y una de las comarcas más castigadas por el paro y los tremendos tijeretazos que han sufrido sus efectivos pesqueros. Daniel Rodas, Olaia Fernández y Ana Miranda se comprometieron a liderar una ofensiva política que en el Parlamento gallego, el Congreso y la UE para que la voz de los cefalopoderos gallegos se vuelva a escuchar. En opinión de los nacionalistas, existe aún margen para que se recupere esta flota, que no ha encontrado una opción económicamente viable desde su expulsión de Mauritania en el 2012.
Es más, los tres representantes del BNG recalcaron que esta falta de alternativa está abocando a esta flota a su desguace, y reclamaron de las instituciones españolas una defensa más firme para asegurar su supervivencia.
Barcos modernos que la falta de caladero redujo a la mitad tras desguaces y ventas
Los barcos cefalopoderos constituyeron en su momento una de las flotas insignia de Galicia y de España. Unidades nuevas, que se dejaban ver como agua de mayo en los puertos de Marín, Vigo y Las Palmas, donde sus descargas reavivaron durante muchos años una actividad pesquera necesitada de jornales y trabajo. El varapalo de la expulsión de Marruecos fue duro, pero lograron recolocarse, ya muy mermados, en Mauritania. Hace tres años, el país magrebí y la UE pactaron un acuerdo pesquero que los dejó fuera, pese al desembolso millonario que supuso para las arcas comunitarias. Hubo múltiples movimientos políticos, promesas políticas sin fin y un tira y afloja, tensionado por el carácter de la comisaria griega María Damanaki, que al final se quedaron en nada. No se readmitió a la flota en Mauritania y el destino de gran parte de sus barcos quedó sellada.
De los 24 buques que faenaban en el país magrebí en el verano del 2012 ahora solo quedan 13. Todos los demás han sido desguazados, con la única excepción de un barco que fue vendido a Irán. De los 13 supervivientes, uno nunca volvió a soltar amarras y sigue atracado en el puerto de Vigo.
Anacef tiene 16 barcos registrados, sumando los tres que en el 2012 estaban en Bisáu. Estos buques sobreviven con acuerdo privados en Angola (5) y otros diez lo hacen en aguas guineanas, pero todos sueñan con Mauritania, el único caladero con garantía de futuro.