Hasta donde hemos podido saber en NAUCHERglobal, se está dialogando discretamente en el seno de la Asociación Nacional de Remolcadores de España (ANARE), al parecer sin calendario y sin prisas. Todo el mundo pendiente del legislador europeo y del famoso reglamento sobre liberalización de servicios portuarios, tan manoseado, tan poco conocido y sin siquiera publicarse en el DOCE (Diario Oficial de las Comunidades Europeas).
En el puerto de Barcelona, donde las negociaciones sobre horarios y jornada de los tripulantes de remolcadores llevan tiempo madurando, todo está ahora pendiente del recurso presentado por los sindicatos contra el laudo arbitral dictado por el magistrado emérito José Antonio Somalo, árbitro consensuado entre las partes.
El acuerdo sobre el arbitraje, sin duda una medida eficaz para resolver de forma inteligente un conflicto, permitió que trabajadores y empresarios pudieran recurrir la resolución del árbitro por tres motivos del todo innecesarios. Que el árbitro se extralimitara en sus funciones y que la resolución contuviera extremos contra lege o contra el orden público. Imponer esa cláusula de recurso fue un brindis al sol, uno más. El arbitraje es un mecanismo basado en la confianza que el árbitro ofrece a las partes por su imparcialidad, su independencia y sus conocimientos profundos sobre el tema objeto de litigio. Por ello, los arbitrajes suelen ser irrecurribles. Por supuesto, en el caso excepcional de que el arbitraje vaya más allá de lo pedido por las partes o contenga extremos ilegales, el laudo será nulo sin necesidad de explicitarlo, de la misma forma que en los contratos no hace falta una claúsula que prohiba la falsedad, el robo o la violencia. Eso ya está en las leyes.Si el arbitraje es recurrible por una parte invocando ante la jurisdicción una ambigua y confusa cláusula contra lege, el acuerdo de acudir al arbitraje resulta un gasto inútil y una pérdida de tiempo. Y no hay que ser muy listo para saber a quién aprovecha ese tiempo perdido. Por no hablar del absurdo secretismo con que ambas partes están tratando el laudo arbitral, todavía desconocido por la sociedad. ¿Tendría alguien la bondad de hacer público el laudo para que todos pudieramos conocer en qué terminos se está planteando el problema que puede causar una huelga muy dañina para la comunidad portuaria y para la sociedad en general?
La parálisis de la situación actual, tiempo perdido inútilmente, demuestra el errático comportamiento de los sindicatos, particularmente de la CGT, un sindicato sin estrategia, que lo fía todo a la palabrería más o menos incendiaria y más o menos estúpida, y que, conviene insistir, está arrastrando a los trabajadores a un callejón sin salida y a una peor situación negociadora cada día que pasa.
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