El vicepresidente de la Comisión Europea (CE) y responsable de Competencia, Joaquín Almunia, confirmó el pasado septiembre la terminación del veto a la construcción civil a los astilleros españoles.
El propio Gobierno español pactó con las autoridades comunitarias en 2005 que los astilleros públicos concentraran su actividad mayoritariamente en la fabricación de barcos militares y únicamente podrían acceder a contratos civiles por un máximo de un 20% de la facturación total de la compañía.
A cambio, Bruselas perdonó a España la exigencia de devolución de los 1.200 millones de euros en concepto de ayudas que habrían percibido ilegalmente los astilleros públicos españoles durante el Gobierno de Aznar.
Cabe recordar que el Gobierno español de Rodríguez Zapatero excluyó a las factorías de Fene y San Fernando del pacto con Bruselas, sin embargo, más tarde se supo que la planta gallega continuaba con el veto impuesto tras la reconversión naval de la década de los ochenta.
Encargo de Acciona
Las factorías gaditanas, concretamente la planta de Puerto Real, solo han construido dos barcos civiles en los diez años que ha durado el veto. Se trata de dos Ro-Ro para Acciona: el ‘Entrecanales’ y el ‘Superfast Baleares’. Ambos barcos se entregaron en 2010.
La situación en Navantia ha variado ahora notablemente. Los astilleros han empezado a acumular carga de trabajo y la compañía se encamina hacia la diversificación de su negocio. El Gobierno español, a través del Ministerio de Defensa, ha sido el que ha abierto el grifo de los contratos con el encargo para la Armada de dos Buques de Acción Marítima (BAM). La obra de ambos barcos comenzó en las factorías de Fene y San Fernando el pasado 5 de diciembre.
El día 19 del mismo mes arrancó en el astillero de Puerto Real la construcción de una estructura eólica-marina para Iberdrola. El proyecto supone una inversión de 70 millones de euros y un plazo de ejecución de 17 meses.
De esta forma, Navantia entra por la puerta grande en el negocio offshore. La obra consiste en la fabricación de un armazón donde irá alojada la subestación eléctrica que permitirá transformar la energía que genere del complejo eólico marino que promueve Iberdrola en el Mar del Norte. Además, el astillero gaditano construirá también los soportes de esta plataforma.
Por su parte, el contrato de Iberdrola también salpica a la factoría gallega de Fene, donde se construirán las 29 estructuras metálicas -o jackets- que servirán para ubicar los molinos eólicos que la compañía eléctrica instalará en el denominado parque de Wikinger (Alemania).
El valor de este acuerdo con el astillero gallego asciende a 90 millones de euros y, según los plazos previstos, los pilotes comenzarán a colocarse en el mar en el primer trimestre de 2016, una operación que culminará a finales de verano de ese mismo año.
Por tanto, la inversión total del contrato de Iberdrola asciende a 160 millones de euros y la mano de obra prevista supera los 700 empleos durante los dos próximos años.
Todo apunta a que los astilleros han encontrado en este campo un filón que aprovecharán como hicieron en su momento con la reparación de grandes cruceros.
El segundo cliente que puede buscar los servicios de Navantia en materia offshore es Repsol. La empresa petrolífera española tiene intereses eólicos en otros países. Así, el Gobierno escocés concedió a primeros de 2014 el permiso de construcción y explotación de un proyecto de energía eólica marina de 1.116 megavatios de potencia a Moray Offshore Renewables, sociedad participada por Repsol, y la compañía portuguesa EDP Renováveis.
El tercer contrato español que pesa sobre Navantia viene de la mano de Gas Natural. Se trata de la construcción de un quinto gasero para cubrir la ruta gasística abierta entre Estados Unidos y Japón.
El acuerdo entre Navantia y Gas Natural está prácticamente cerrado después de la polémica que suscitó el encargo a los astilleros asiáticos de las primeras cuatro unidades. El quinto gasero se construirá en Puerto Real. El proyecto técnico está aprobado y se última ahora su financiación.
Este es el escenario que manejan los astilleros públicos españoles a corto plazo, mientras que se espera que fructifiquen a medio plazo otras acciones comerciales en el exterior. Se trata del contrato para la construcción de dos BAC para la Marina de Australia y el posicionamiento para el próximo concurso de ocho fragatas.
Navantia ha fijado para los próximos años una hoja de ruta con el ánimo de hacer la empresa más competitiva. El objetivo es reducir costes de producción, aprovechar sus propias sinergias y recursos y recortar las subcontratas. Los sindicatos piden ahora un plan especial para rejuvenecer a la plantilla y dar el testigo a savia nueva y más joven.