Las autopistas del mar constituyen la dimensión marítima de las futuras Redes Transeuropeas de Transporte. Muy desarrolladas ya en el Báltico y el Mar del Norte, pero menos en el Mediterráneo y el Atlántico sur, la UE las define como corredores invisibles que recorren sus zonas costeras. Son rutas que los marinos consideran cortas (están excluidas del proyecto las conexiones transoceánicas), de alta frecuencia y que están llamadas a ser «clave» en la aplicación de las nuevas políticas europeas de transporte.
La UE prevé invertir en este proyecto 32.000 millones de euros hasta 2020
La Comisión Europea presenta el proyecto como alternativa competitiva y ecológica al transporte por tierra. Prevenir el eventual colapso de las carreteras y reducir las emisiones contaminantes son sus principales motivaciones. Bruselas destaca en sus informes que las autopistas del mar deben contribuir a desatascar las autopistas continentales, hoy atestadas por miles de camiones que entorpecen la fluidez del tráfico. En su lugar estudia el uso de buques portacontenedores con capacidad para cargar 18.000 TEU -unidad equivalente a la capacidad de un contenedor estándar de 6,1 metros-, tanto como lo que pueden transportar 9.000 camiones o 200 trenes.
España, beneficiada
Por su situación geográfica y por tener largas líneas de costa, España y Portugal pueden salir muy beneficiados. El objetivo debe ser reducir a medio plazo la dependencia de sus sistemas de comunicaciones de los pasos terrestres de Irún y La Junquera, altamente congestionados.
El proyecto entrará en su fase final entre 2014 y 2020, pero ya hay cuatro corredores en funcionamiento, entre ellos la conexión Gijón-Nantes. A finales de año está previsto inaugurar la Vigo-Nantes, que estará muy vinculada a la actividad de la factoría que la automovilística Citroën tiene en la ciudad gallega, y más adelante se espera poner en marcha líneas entre Santander y Bilbao con Reino Unido.
El coordinador de la Comisión Europea para las autopistas del mar, el portugués Luis Valente de Oliveira, destacó en su último informe la importancia que para la UE tiene el sistema marítimo-portuario. En 2010 movió el 90% de las mercancías vinculadas al comercio exterior europeo y el 40% -en toneladas- de los intercambios dentro de la UE, además de trasladar a casi 400 millones de pasajeros. A los puertos europeos está vinculada la actividad de 800.000 empresas que generan tres millones de empleos -directos e indirectos-, gran parte de ellos cualificados.
El profesor de la Universidad Politécnica de Madrid José Luis Almazán coordina la aportación española al proyecto TrainMoS para desarrollar las autopistas del mar. Una iniciativa en la que participan universidades y otras instituciones de Suecia, Alemania, Reino Unido, España, Italia, Portugal y Grecia, cuyos últimos avances se presentarán en Bruselas mañana, lunes.
Este experto, que señala a Holanda como ejemplo de país con un sistema de transporte integral y basado en sus grandes puertos como Rotterdam y Amsterdam, resalta que las autopistas del mar no sólo son la solución a un problema ambiental, sino también económico. «Estamos hablando de crear riqueza y empleo», asegura.
Ahorro de entre el 15 y el 20%
Su argumento es que en el ámbito del comercio «muy pequeñas diferencias de precio pueden generar grandes flujos de mercancías, y esos flujos generan a su vez puestos de trabajo». Por eso resalta que la reducción de costes logísticos que traerán las autopistas del mar puede suponer ahorros «entre el 15% y el 20%», y más si el transporte se realiza en barcos que consumen combustibles más baratos, como el gas licuado. «Eso es una barbaridad» por su efecto positivo sobre los precios y la competitividad. «Lo que se avecina aún no está cuantificado», recalca Almazán, que no se atreve a pronosticar el impacto concreto de las autopistas del mar en términos de incremento de la actividad y creación de empleo. «Pero va a ser importante», sentencia.
La UE, de momento, ha puesto sobre la mesa 32.000 millones para invertir en este proyecto hasta 2020. «El dinero está ahí, si no lo usamos alguien vendrá y lo usará y ofrecerá vías de transporte mejores», avisa José Laranjeira, administrador principal de la Red Transeuropea de Transportes.