El amanecer presenció la reunión de las tres embarcaciones en la bocana de la ría, desde donde enfilaron las aguas de la ría a media máquina, escoltadas por el remolcador ‘Pau Casals’ y por una lancha patrullera de la Guardia Civil. Fue el buque luso el primero en atracar en el muelle de San Agustín, seguido por el ‘Ángeles Alvariño’, que se situó a su proa; por su parte, el ‘Saltillo’, debido a su menor altura, echó amarras en los pantalanes que discurren junto al paseo de la ría. Una formación de miembros de la asociación de veteranos de la Armada Española ‘Lepanto’ formó en el muelle para recibir a las tripulaciones, al tiempo que la Banda Municipal interpretaba varias piezas musicales, entre ellas los himnos nacionales de España y Portugal. Y en cuanto las planchas de acceso fueron tendidas, los primeros visitantes subieron a bordo de las naves.
Los primeros en pisar sus cubiertas fueron los componentes de una delegación institucional constituida por concejales del Ayuntamiento de Avilés y representantes de la Autoridad Portuaria.
Inmediatamente después, las dotaciones del ‘Ángeles Alvariño’ y del ‘Saltillo’ dispusieron sus barcos para las visitas guiadas de los turistas, que mediada la mañana comenzaron a formar grupos para conocer las entrañas de ambas embarcaciones.
Entre los cientos de visitantes que recorrieron las pasarelas causó especial sensación el ‘Ángeles Alvariño’, adscrito al Instituto Español de Oceanografía (IEO), una institución a cuyo centenario está dedicada la primera fase del festival. Construido en los astillero Armón de Vigo hace ya dos años, el buque está equipado con la más moderna tecnología en materia de investigación de la fauna y flora marinas, preservación de los recursos oceánicos y lucha contra la contaminación de los mares, lo que la convierte en la nave nacional más puntera de su clase.
«La gente se queda boquiabierta cuando ve que todo está digitalizado, y que ya no hay rueda del timón ni madera por todas partes», confesó Francisco Barreiro, su capitán desde el día de su botadura. Pero para él el verdadero valor de las visitas es que «permiten a los ciudadanos conocer de primera mano qué hacemos, en qué se invierte su dinero; algunos ni siquiera saben de la existencia del IEO antes de subir a bordo, y eso tiene que cambiar».
Al mediodía, la dotación del Creoula puso en marcha un acto de carácter restringido. Su comandante, el capitán de fragata José da Cruz Martins presidió una comida de recepción a la que asistieron, además de los oficiales portugueses de mayor rango, Francisco Barreiro y Mikel Lejarza, patrones del ‘Ángeles Alvariño’ y del ‘Saltillo’; Ana González, consejera de Cultura del Principado, Alberto Vizcaíno, director general de Pesca; Javier Cristobo, director del Centro Oceanográfico de Gijón; Fermín Rodríguez, responsable del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial de la Universidad de Oviedo; Santiago Rodríguez Vega, presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés, e Íñigo Noriega, director de EL COMERCIO-LA VOZ.
El distendido almuerzo sirvió tanto para la interacción de los comensales como para el feliz reencuentro de dos de ellos: Lejarza y Cristobo. Fue este último quien recordó que, «hace ya tres años, me encontraba en una campaña de investigación en la base antártica Gabriel de Castilla, en la isla Decepción, cuando llegó el velero vasco ‘Pakea Bizkaia’. Estuvieron varios días con nosotros y, entre sus tripulantes, se encontraba Mikel Lejarza». La impresión que el marino vasco causó en Cristobo fue «inmediatamente positiva; es un navegante excepcional, porque pocos habrían tenido el valor de llegar a vela hasta la Antártida. Desde entonces, las pocas veces que hemos coincidido recordamos aquella peripecia».
Al caer la tarde, y con todos los preparativos finalizados, las visitas se extendieron al ‘Creoula’. Botado en 1937, y tras una larga carrera operando como bacaladero en las duras aguas de Terranova y Groenlandia, en 1987 fue dado de alta en la lista de embarcaciones de la Armada Portuguesa, bajo cuyo pabellón navega en la actualidad. Su función, alejada del combate pese a su condición de navío militar, es proporcionar al personal civil una formación náutica práctica y un acercamiento a la realidad del mar.
En este sentido, a su tripulación de cuarenta militares se suman hoy los más de cincuenta universitarios que comienzan el Curso de Mar 2014, organizado por la Universidad Itinerante del Mar (UIM), y que les llevará hasta Barcelona en un periplo náutico de 22 días, bordeando las costas de la Península. Esta labor no sólo ha convertido al ‘Creoula’ en un habitual del verano en Avilés, sino también en un motivo de orgullo nacional en Portugal.
No obstante, el acto más emotivo de la jornada inaugural no tuvo por escenario ninguno de los barcos, sino la sala cine del Centro Cultural Oscar Niemeyer. Allí, Román A. Álvarez, Fermín Rodríguez y Santiago Rodríguez Vega, junto con Augusto Barata, director de la Universidad de Porto; Eduardo Balguerías, director general del IEO, y Carlos Cardoso, en representación de la Escuela Naval de Portugal, presidieron el acto de homenaje a los cien años del IEO.
Tras la presentación del acontecimiento, en la que los cinco alabaron la labor de la organización en su lucha por preservar y dar a conocer el patrimonio marítimo nacional, el primer oficial del ‘Saltillo’ contribuyó a la celebración regalando al capitán del ‘Ángeles Alvariño’ un libro sobre la historia del ‘Saltillo’. Un gesto al que Barreiro correspondió entregando a Lejarza una metopa del bergantín ‘Cervantes Saavedra’, buque «en el que, hace muchos años, ambos nos formamos».
A continuación tomó la palabra el director general de pesca del Principado, Alberto Vizcaíno, quien asumió la responsabilidad de glosar la trayectoria de la centenaria institución. Cargada de comentarios jocosos, su disertación no ocultó que «ha sido un mérito que el IEO creciese en unas circunstancias tan adversas, con una flota propia presente en todos los mares de la Península». Por ello, resaltó que «en esta época en que necesitamos buenas noticias, podemos sentirnos orgullosos como españoles de esta institución», sin cuya labor «nada de lo que es España en materia de pesca, sostenibilidad de los mares y cuidado del medio ambiente sería posible».
El último acto de tan simbólica conmemoración lo protagonizó la agrupación coral Amigos de Sabugo. Sus cánticos, entonados en la plaza del Niemeyer, acompañaron al levado de las anclas de AUfemar hasta la jornada siguiente, la de hoy, en la que de nuevo todas las personas que lo deseen podrán acudir a las visitas guiadas de los tres barcos que entraron ayer en el puerto de Avilés.
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