Moscú vive un momento clave en su historia reciente, consolidándose como la urbe europea que está cambiando de manera más radical su fisonomía. Un proceso en el que la capital rusa se enfrenta a una paradoja: es una de las tres más caras del mundo y la segunda con más millonarios tras Nueva York, pero necesita viviendas asequibles producidas de forma masiva.
Sus planes urbanísticos recogen la construcción de nuevos distritos a lo largo del arco sur, sobre una superficie de 16.000 hectáreas, es decir, 160 kilómetros cuadrados. Para hacerse una idea de la magnitud de estos números, equivale a crear de la nada un espacio más grande que la ciudad de Barcelona o la de Valencia.
Esta hoja de ruta se traduce en inversiones de miles de millones, lo cual ha llevado a empresas de todo el mundo y de todos los sectores a intentar hacerse con un trozo de este descomunal pastel.
Entre ellas se encuentra Atlántica, una firma con sede en Sevilla y formato de Plataforma Tecnologica en la que participan tres compañías especializadas en diferentes ámbitos: arquitectura (Eddea), ingeniería naval y aeronáutica (Ghenova) e inmobiliario (Galia). Su máxima es que se puede construir de una forma diferente a la actual, aplicando la tecnología y ciertos modelos de trabajo ya aplicados en otras industrias.
Al consorcio se han ido uniendo otros socios españoles como Medio Mundo (diseño y arquitectura), Geographica (tecnologías geoespaciales) o la sociedad pública catalana BCNecologia, dedicada a repensar las ciudades en clave de sostenibilidad.
Atlántica, pese a su corta vida, ha logrado adjudicarse tres contratos en la ciudad del Kremlin que suponen más de 100.000 horas de trabajo. Estas licitaciones abarcan desde un distrito de 500 hectáreas –con 35.000 viviendas y todos los equipamientos sociales– al diseño del nuevo centro urbano financiero y residencial del barrio de Odintosvo, pasando por un proyecto piloto de 4.800 pisos que, por primera vez en muchos años, retoma el patrón de la manzana cerrada, tan habitual en Europa y que el comunismo desterró de los manuales de urbanismo.
Pese a la importancia de lo anterior, el gran salto le ha llegado al ser seleccionada para que ‘dibuje’ –con la norteamericana UDA y la holandesa KCAB– el futuro urbanístico de una zona de 12.000 hectáreas. «Uno de los aspectos más valorados de nuestra propuesta es que apostamos por que los nuevos centros residenciales se levanten a través de manzanas estandarizadas. Esto permite dar una elevada calidad a precios mucho más asequibles», explica José María de Cárdenas, uno de los impulsores de Atlántica.
Este arquitecto es un firme defensor de la unión para crecer. «Para competir en el exterior hay que aliarse, sobre todo las pymes, que así podemos acceder a grandes contratos», subraya el también socio de Eddea, un estudio que tiene la mayor parte de su negocio en el extranjero, destacando el diseño de la futura ‘Ciudad del Pop’ de Taiwán, un megacomplejo vinculado al sector de la música.
También rompe una lanza a favor de la marca España y su denostado sector constructor: «No todo en la burbuja fue malo, pues ha dejado una gran infraestructura de conocimiento en nuestro país en materia de urbanismo, construcción, concesiones 26 Contratos como el AVE a la Meca, el metro de Lima o el canal de Panamá demuestran que podemos competir contra cualquiera de cualquier país
http://www.expansion.com/2014/04/22/andalucia/1398182454.html