En los antiguos mitos, lo que hoy son las Islas Canarias eran llamadas las Islas de los Afortunados. Es decir, el paraíso occidental al que iban los bienaventurados. Algo de ese edén, pese a los impactos ocasionados por cosas como el turismo de masas, perdura todavía en el archipiélago.

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La empresa Repsol, con el visto bueno del Gobierno, tiene previsto iniciar este año las prospecciones

ESTRELLA DIGITAL, 03 Ene. (Las Palmas).- Canarias conserva parte de esas condiciones naturales que la convirtieron en el paraíso de la Antigüedad. Tiene una gran biodiversidad no solo en las tierras emergidas, repletas de espacios naturales protegidos, sino también bajo el agua. Innumerables especies, algunas de ellas endémicas, se dan cita en los fondos marinos del archipiélago. Es también Canarias una zona rica en cetáceos (zifios, cachalotes, delfines,…). Por razones como estas y otras, las aguas canarias son Zona Marítima Especialmente Sensible de la Organización Marítima Internacional.

Sin embargo, bajo este paraíso, en el subsuelo marino, podría haber algo que lo amenazase. Ese algo es aquello a lo que los antiguos llamaban “aqua infernalis”. El agua del infierno. O sea, el petróleo.

La empresa Repsol, con el visto bueno del Gobierno, ha puesto en marcha una iniciativa para extraer ese negro caldo bajo el mar, a tiro de piedra de las islas de Lanzarote y Fuerteventura. El primer paso sería realizar prospecciones para ver cuánto petróleo hay (que es lo que autorizó hace meses el Consejo de Ministros). El segundo, llegado el caso,  extraerlo. Y claro, extraer eso en un lugar así es algo no exento de riesgos. Literariamente hablando, extraer el “agua del infierno” en medio del “paraíso” podría tener un coste.

Ya se sabe lo que puede pasar (y de hecho ha pasado una y otra vez) en las zonas en las que se extraen hidrocarburos en el mar. “Pequeños” vertidos inevitables, como los que se han dado reiteradamente en la plataforma de Repsol en Tarragona. Incluso posibilidad de grandes vertidos (con casos clamorosos como el de hace unos años en el Golfo de Méjico). Y entre los casos menos graves y los más, toda una serie de posibilidades intermedias.

En cualquier caso, hace unos meses, el experto internacional Rick Steiner, alertaba de que el Estudio de Impacto Ambiental de Repsol no tenía en cuenta -pese a conocerlas, ya que Repsol opera internacionalmente- las normas de seguridad más estrictas que se introdujeron en EE.UU. tras el desastre en la plataforma del Golfo de Méjico en 2010. Y apuntaba que por la profundidad a la que se proyecta perforar en Canarias (lo que lleva aparejado enormes presiones) un eventual vertido podría ser decenas de veces mayor de lo que reconoce Repsol como peor supuesto en su estudio de impacto ambiental. Con todas las dificultades de actuar para intervenir que se dan cuando los problemas de dan a grandes profundidades marinas.

El propio Rick Steiner se preguntaba por qué Repsol no tiene en cuenta en España las medidas de seguridad que se vería forzada a adoptar en otros países, y afirmaba que “el régimen de seguridad para prospecciones en aguas profundas previsto en el Estudio de Impacto Ambiental sobre las Islas Canarias es menos riguroso que el que la compañía debería cumplir en sus operaciones en EE.UU. La empresa deberá explicar y tratar de justificar este doble rasero al Gobierno y a los españoles, especialmente a los canarios”.

La explotación del petróleo puede no sentar nada bien a los ecosistemas marinos. Un vertido, por ejemplo, ocasiona asfixia y envenenamiento de criaturas, efectos sobre la columna de agua (frenando la fotosíntesis y el aporte de oxígeno),… Y los hidrocarburos pueden contener  sustancias nada deseables como benceno, tolueno, xileno, hidrocarburos aromáticos policíclicos,… Sustancias tóxicas que, entre otras cosas, podrían contaminar la cadena alimentaria.

En resumen, algo nada deseable en una zona de gran biodiversidad marina que ha sido investigada dentro de un proyecto (Life – Indemares) para declararla como área protegida. En concreto como Lugar de Interés Comunitario de la UE (LIC). Y frente a destacados espacios naturales costeros ya protegidos como las Dunas de Corralejo, el islote de Lobos, el Archipiélago Chinijo,… Una zona en la cual, entre otras cosas, hay una gran riqueza de aves marinas. No olvidemos tampoco que es una de las mejores zonas canarias de pesca de atún y sardina, entre otras especies.

Además, es una zona de gran importancia turística. Y ya se sabe que a los turistas no les atrae, especialmente la idea de bañarse en aguas petroleadas. Que bañarse en petróleo no es como darse un baño de lodo terapéutico.

Las islas en pie de guerra

El turismo es la principal fuente de ingresos de las Canarias y, en concreto, representa un 75% de los ingresos de las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Así pues, no solo la fauna salvaje podría estar en peligro. También los intereses de los pobladores del archipiélago.

Pero, a diferencia de la fauna salvaje, que la pobre no se entera de las acechanzas de los proyectos humanos hasta que no se encuentran agonizando en medio de una marea negra, la “fauna” humana de las islas sí que se ha enterado. Y de qué manera. En estos momentos el archipiélago está en pie de guerra contra este proyecto.

En Canarias lo tienen claro. El sentir mayoritario es que el proyecto de Repsol de buscar petróleo frente a sus costas solo promete riesgos y ruina para el Archipiélago. En especial para las islas más cercanas al proyecto, como son las de Lanzarote y Fuerteventura. Y el Ministro de Industria, el señor José Manuel Soria, canario para más señas no es, para muchos canarios, más que una especie de traidor que está sirviendo a los intereses de una empresa petrolera, en contra de los intereses insulares, al dar el visto bueno a las prospecciones.

El Gobierno de Canarias ve con enorme temor estas perforaciones  tan cercanas a las playas de Fuerteventura y Lanzarote “en profundidades consideradas de alto riesgo” y “sobre una placa con actividad sísmica”. Y no se creen las promesas de riqueza que les promete el Gobierno nacional. El Ministro Soria no se ha cansado de repetir que “el petróleo sería la salvación de Canarias”. Pero, lo que piensa el ejecutivo insular es otra cosa bien distinta. Que “los beneficios fundamentales, en caso de hallarse depósitos de crudo, repercutirían directa y exclusivamente sobre Repsol y sobre las otras petroleras del consorcio, no para Canarias ni para el conjunto del Estado”.

Hace poco, el Presidente Canario, Paulino Rivero, pasaba revista a la “riqueza” que la explotación petrolera ha traído a las gentes de algunos países, sin olvidar citar casos como los de Nigeria o Guinea Ecuatorial. Tienen claro que de haber beneficios, si se exceptúan cuatro pequeñas migajas, estos no revertirán en Canarias. Que el “pájaro en mano” de la riqueza del turismo está clarísimo, pero que el “ciento volando” que les promete el Gobierno es tan oscuro como el petróleo y tan volátil como los gases tóxicos que emanan desde el crudo. En fin que no se lo creen ni por lo más remoto. Que, como dejan claro en el manifiesto que hicieron público recientemente “el proyecto de Repsol destruirá muchos más empleos en las islas que los escasos que pueda generar”. El Gobierno canario apunta que, teniendo en cuenta la calamitosa situación de paro en las islas, “una simple alerta pública de contaminación en el archipiélago podría resultar catastrófica para decenas de miles de familias”.

La probabilidad de un accidente con consecuencias catastróficas para las islas es de grado medio en ausencia de medidas preventivas

Que se pueden causar importantes daños ambientales y pérdidas en el turismo, ya no la extracción de petróleo en sí, sino incluso las meras prospecciones previas. Y no digamos lo que sucedería en caso de un gran vertido. Apuntan que los propios “estudios de Repsol reflejan que la probabilidad de un accidente con consecuencias catastróficas para las islas es de grado medio en ausencia de medidas preventivas; pero ya sea de grado medio, bajo o alto, no podemos ni deseamos imaginar las nefastas consecuencias económicas, laborales, medioambientales y turísticas que supondría una marea negra que alcanzase las islas”. Y siendo Canarias una región tan dependiente del casi monocultivo económico del turismo, señalan que  “por mucho que afirmen que la probabilidad de un derrame es remota o que se va a disponer de la más moderna tecnología, ni ellos están preparados ni nosotros dispuestos siquiera a asumir tan elevado riesgo. En ningún caso y bajo ningún concepto”.

Por eso se están resistiendo con todas sus fuerzas. Hace poco se lanzó una campaña internacional en Madrid en la que se dejó bien claro el no de las islas. Con la fuerza que dan las movilizaciones sociales sin precedentes que ha habido en el archipiélago por este motivo. “Las mayores movilizaciones ciudadanas de la historia de Canarias”.

Se han presentado ya denuncias, aparte de las cursadas ante tribunales nacionales, ante la Unión Europea, e incluso ante la ONU. Importantes operadores turísticos de Alemania, Reino Unido, Suecia y otros países han alertado al Gobierno español de los riesgos para el sector en las islas. Entre ellos TUI, el principal operador europeo. El Consejo Científico del Comité Hombre y Biosfera de la Unesco ha alertado también, junto a otras entidades.

Sin embargo, el Presidente de Repsol, Antonio Brufau, anunció que esperaba que las perforaciones comenzasen a partir de mayo de 2014. Y eso sin contar aún con el visto bueno oficial por parte del Ministerio de Medio Ambiente

En Canarias son bien conscientes de que si el Gobierno, aliado con la petrolera Repsol, sigue adelante con este proyecto de perforar los fondos marinos de Canarias, estará pisoteando la voluntad mayoritaria de los canarios y, por lo tanto, cometiendo una tropelía. “Un atentado contra las libertades y los intereses generales de la población”

Se denuncia además un doble sinsentido ambiental. Por un lado el ya citado. Por otro, el que esto forme parte de una política energética del Gobierno que ha renunciado al liderazgo español en energías renovables apostando por las energías más contaminantes y dañinas. “Este modelo político”- apuntan- “beneficia a las grandes multinacionales petroleras mientras cercena el imprescindible desarrollo de las energías renovables y ha situado a España en un lugar de descrédito internacional por retroceder de una posición de liderazgo mundial a las postrimerías de una industria que acusa fuertes pérdidas económicas, decenas de miles de puestos de trabajo destruidos y una pérdida de confianza en el sector que aleja el horizonte de inversiones extranjeras en nuestro país”.

España es el paraíso de cosas tales como el que contamine no pague

El acto de presentación de la campaña internacional contra el proyecto en la capital del Reino, fue una exhibición de lo fuerte que es la oposición al proyecto dentro y fuera de Canarias, dentro y fuera de España. Aparte del Presidente canario y representantes de cabildos y otras instituciones insulares, asistieron importantes personajes de la oposición nacional (como, entre otros,  Soraya Rodríguez o Gaspar Llamazares), también dirigentes de las principales asociaciones ecologistas del país (Greenpeace, WWF, SEO-Birdlife, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Oceana,…), del Comité Español de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, de Comisiones Obreras, de la Fundación César Manrique, cofradías de pescadores,… Los apoyos a la campaña, coordinada por ambientalistas como Ezequiel Navio desde una Oficina de Acción Global, no paran de crecer. La batalla se promete ardua.

Veremos si se imponen los intereses generales o los de algunas empresas poderosas. La situación social de España es, ahora, parecida a la de una marea negra. Y, ya se sabe, cuando hay una marea negra, muchos buques aprovechan para limpiar sus tanques creyendo que no se nota. Ahora parece que todo puede colar. Se han perdido los complejos. Y por ello parece que se puede imponer cualquier cosa. Veremos.

Poco sorprende ya en este país. Un país que es el “paraíso” de ciertas cosas, como las lunas de miel entre algunos políticos y empresas energéticas (en “románticos hoteles”, a veces, con  “puertas giratorias”). O donde, en cualquier caso, la casta política vive, flotando, en un mundo aparte que demasiadas veces poco tiene que ver con la defensa de los intereses generales. Donde tantas veces el único bien “social” que se defiende es el de alguna sociedad anónima. Un país que es el paraíso de cosas tales como el que contamine no pague (como se vio recientemente con el asunto del Prestige). Un país que, además, al socaire de la crisis, se está permitiendo desmantelar normas básicas de protección del medio ambiente. Como si las cosas del medio ambiente fuesen algo sin importancia de lo que carcajearse.

Esperemos que ese “paraíso” de algunos no comprometa el paraíso de todos. Y, en este caso, el paraíso canario.

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