La compañía mexicana condiciona su apuesta en España a que se cambie la gestión de la petrolera y se negocie con Kirchner
FARO DE VIGO, 22 Nov. (Vigo).- El primero y más visible es la salida de su presidente, Antonio Brufau. Al margen la compañía pública azteca insiste en que la judicialización que Repsol ha emprendido para cobrar un justiprecio por la expropiación de YPF en Argentina los va a dejar fuera de la explotación del inmenso yacimiento de Vaca Muerta. Pemex quiere formar parte de esta operación, como lo hará el multimillonario mexicano Carlos Slim (socio de YPF). Con un escenario cada vez más enconado, y sin que el Gobierno español haya logrado cosechar éxito alguno en su intento de apaciguar los ánimos, Barreras y Navantia suman año y medio de espera por los dos floteles.
Por ahora, y tras el nuevo retraso en el calendario de adjudicación de las embarcaciones para el 30 de diciembre, el acuerdo suscrito por los astilleros gallegos con la filial PMI de Pemex va a requerir la firma de una nueva prórroga. La firma del contrato de adjudicación, en caso de que gane la oferta en la que concurren Barreras y Navantia, se producirá en la primera quincena de enero, y a partir de entonces podrían comenzar los trabajos de construcción en las gradas de Vigo y Ferrol. Por ahora Pemex ha ganado tiempo para cumplir su propósito: que Brufau abandone la presidencia de Repsol antes de que termine el año. Si se tienen en cuenta sus peticiones la petrolera azteca seguirá siendo un socio estratégico de la industria española.
La salida
En previsión de que esto no suceda Pemex ya ha informado a la SEC (el supervisor bursátil norteamericano) de que tiene en venta casi la mitad de sus acciones en Repsol. Esta desinversión haría aún más inestable el accionariado de la primera petrolera española, capitaneado ahora por CaixaBank y Sacyr.
El director general de Pemex, Emilio Lozoya, arremetió en la Cámara de Diputados mexicana contra Brufau y fue muy explícito al explicar las razones de su desencuentro con Repsol. “Queremos que la situación cambie”, sostuvo, ya que “desde que la administración actual de Repsol ha tomado las riendas de la empresa el retorno de la acción ha sido cero” para Pemex. El máximo directivo de la empresa azteca asegura que la falta de dividendos no tiene que ver con la pérdida de YPF. “La acción de Repsol antes de la expropiación tenía un retorno total, incluyendo dividendos, del 9% negativo, mientras que los comparables (por otras empresas del sector) estaban entre el 51 y el 53% de retorno”, exhortó.
Lozoya condenó además la, según él, desproporcionada nómina que percibe Brufau. Según él, si abandona Repsol percibirá 22 millones de dólares. “Esta relación entre la rentabilidad para los accionistas y la indemnización está fuera de las normas internacionales”, zanjó. Si Brufau marcha, por lo tanto, tendría que renunciar a parte del finiquito que ahora le corresponde. Es ahí donde podría tener que intervenir el Gobierno, siempre y cuando el nuevo líder de Repsol fuese un primer ejecutivo de confianza. Mientras el temporal arrecia, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lanzó ayer un guiño a Pemex: “Es un accionista de los importantes en Repsol, espero que todos los problemas se vayan resolviendo”. Rajoy aseguró que no está “especialmente preocupado”.
Crítica sindical
Por otra parte, los sindicatos CC OO y UGT consideran que el Gobierno trata los obstáculos para lograr carga de trabajo para el sector naval de forma “frívola” y han pedido una reunión urgente con el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, para abordar la situación de esta industria. “No se puede consentir la frivolidad con la que el Gobierno está gestionando los problemas de carga de trabajo en el sector naval. La Administración, lejos de trabajar para solventarlos, parece con su inacción estarse convirtiendo en la gran dificultad”, indicaron ambos sindicatos en un comunicado.