Un ejercicio de seguridad marítima concentra en la capital a cientos de miembros de varios cuerpos de emergencias

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Los terroristas saltaron por la borda del barco tras la explosión de la bomba. La distracción surtió el efecto que ellos deseaban. Se encontraban camuflados entre un grupo de inmigrantes ilegales que viajaba escondido en la bodega de un buque de carga procedente de Mali (África). Los marines, que habían capturado el carguero tras descolgarse desde un helicóptero Superpuma (HD-21), ya lo habían atracado en el muelle de Santa Catalina cuando se produjo la deflagración. Los malhechores nunca tuvieron ninguna opción de escapar. Fueron detenidos por agentes de la Guardia Civil cuando trataban de alcanzar a nado el Intercambiador de Santa Catalina. En aquel momento se descubrió la existencia de un segundo artefacto explosivo cerca del casco de la nave. Los buzos de la Armada lo encontraron antes de que hiciera explosión.

Los ejercicios de adiestramiento de la Armada Española y de cooperación con otras instituciones de seguridad y de emergencias concentró ayer a centenares de personas en un amplio dispositivo ocupado en detener una incidencia de seguridad marítima que incluyó acciones de terrorismo marítimo, inmigración ilegal, rescate de náufragos, emergencias en puerto y salud pública por enfermedades infecto-contagiosas.

El ejercicio, denominado Marsec-2013, comenzó temprano. A las siete de la mañana el BAM-Tornado zarpó de la base naval con un grupo de jóvenes de la Escuela Taller de Emergencias y Seguridad de Arucas. El Tornado -interpretando a un buque de carga procedente de Mali- debía situarse a cuatro millas de la costa de la ciudad y lanzar tres embarcaciones al agua en la que quince jóvenes caracterizarían a un grupo de inmigrantes que intentaría ganar la costa de la playa de Las Alcaravaneras y escapar de la persecución del BAM-Relámpago, que preguntaba insistentemente por los datos del buque. Así, el Tornado botó sobre las nueve de la mañana las dos lanchas que porta a babor y a estribor, conocidas como RIB (Rigid-Inflatable Boat), y una motora. Las embarcaciones debían llegar hasta la playa, pero el infortunio se cruzó en su camino.

Desde Las Alcaravaneras pudo verse cómo dos barcos se aproximaban hasta la costa. A unos cien metros de distancia, los ocupantes de las pateras se lanzaron al mar y nadaron dispuestos a tomar tierra. Pero las fuerzas de seguridad les esperaban alineados. De esta manera, los diez inmigrantes fueron escoltados hasta los coches oficiales y trasladados hasta el puesto de mando avanzado, localizado en el muelle de Santa Catalina.

Sin embargo, el peligro tomó las riendas en el asunto ya que un tercer cayuco naufragó y provocó la caída al agua de sus cinco ocupantes. Un helicóptero de Salvamento Marítimo entró en acción y rescató a las víctimas tras el descenso de un experto desde la aeronave. La Delegación del Gobierno fue el ente encargado de tomar las decisiones y de coordinar a todas las agencias implicadas. De esta manera, los inmigrantes fueron desplazados hasta el muelle de atraque para proceder a su valoración y a su posterior tratamiento.

La entrada hasta este punto de La Luz se convirtió en una ardua y lenta misión. Varios cuerpos de seguridad se responsabilizaron de restringir la entrada y de ejercer controles una y otra vez. No fue suficiente con parar a todos los vehículos para comprobar las identidades de sus pasajeros, sino que los agentes revisaron los portabultos e incluso analizaron los bajos de los coches para descartar que portasen artefactos sospechosos.

Mientras se llevaba a cabo la operación de rescate en la playa, ocho marines se descolgaron de un helicóptero Superpuma para capturar el carguero. En la toldilla, cuatro tripulantes -personal de la Armada disfrazado de civil- aguardaba la llegada de los efectivos. Tras registrar el barco se hicieron con el control del puente de mando, avisaron al Relámpago para que enviase un grupo de registro en una RIB y descubrieron otros diez inmigrantes ocultos, entre los que se ocultaban cinco terroristas.

Al terminar el registro, atracaron en el muelle de Santa Catalina, donde se encontraba el puesto avanzado de emergencias y diversos efectivos de seguridad. Un miembro de Sanidad fue el primero en acceder al barco, donde descubrió un foco infeccioso mientras que la Guardia Civil tomó declaración a los seis tripulantes y procedió su detención. Cuando los inmigrantes fueron conducidos fuera del barco, tres terroristas aprovecharon para detonar una bomba y saltar al agua. Fueron capturados, los bomberos apagaron el fuego y los buzos registraron las inmediaciones del casco hasta hallar el segundo artefacto explosivo.

Los ejercicios, que se realizan a escala nacional, han sido programados y dirigidos por el almirante de la flota y conducidos por el almirante de Acción Marítima; culminan el próximo 24 de mayo.

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