Fue a las 17.16 horas de ayer cuando el portaviones Príncipe de Asturias, el hasta ahora buque insignia de la Armada española, llegaba su último hogar. A las 16.15 horas salía de A Graña, donde dejó combustible, misiles y munición, y en una tarde mustia, gris y salpicada de lluvia atracaba en el muelle número siete de Navantia. En esas instalaciones nació. Y ahí morirá.

 El «Príncipe de Asturias» atracó en Navantia para ser desmantelado 

LA VOZ DE GALICIA, 13 Feb. (Ferrol).- Atrás queda aquel 30 de mayo de 1988 cuando tuvo lugar la ceremonia oficial de entrega a la Marina del buque. Y toda la historia de un navío que supuso, en su momento, un enorme salto en la modernización de la Flota.

A velocidad mínima y con el apoyo de cuatro remolcadores, la estampa del portaviones fue, poco a poco, llegando al astillero. A pie de muelle aguardaba dotación del Arsenal para colaborar en el atraque. Si la salida de Rota estuvo presidida por todo tipo de autoridades civiles y militares, en la llegada a su parada final el Príncipe de Asturias estuvo prácticamente solo.

A medida que el barco se iba aproximando al muelle, las en principio lejanas siluetas de los miembros de la dotación que participaban en la tarea se convertían ya en rostros cercanos. La actividad que se podía apreciar desde el exterior se concentraba en la popa del navío, aunque también había personal en la cubierta de vuelo y en la estructura superior del portaviones.

Proximidad al Arsenal

El muelle número siete de Navantia se encuentra justo al lado del Arsenal de Ferrol, por lo que las actividades para ir desmantelando el barco y bajando sus diferentes estructuras y equipos se podrá realizar con mucha agilidad. En Rota, el muelle se encontraba a cuarenta kilómetros de distancia del recinto militar, por lo que se elevarían los gastos de transporte y otras actividades logísticas.

A partir de hoy, el desmantelamiento interior del Príncipe de Asturias comenzará a acelerarse. De hecho, el grueso de la tarea estará culminada en el transcurso del próximo mes de marzo. Luego, a bordo quedarán solo una docena de personas, la dotación de custodia para proteger el navío.

Siempre según la hoja de ruta marcada por la Marina, en el mes de junio habrá finalizado todo el proceso. El portaviones estará vacío de útiles y equipos de interés para la Armada. Se le pondrá precio y saldrá a subasta.

El punto y final para una emblemática historia y un notable currículo.

El lunes, todavía en A Graña, las zonas del «Príncipe de Asturias» estaban muy diferenciadas. Tanto en el exterior como en el hangar, fundamentalmente, había un hervidero de actividad para, por ejemplo, ir sacando los misiles ya perfectamente encajonados. En múltiples pasillos y otras estancias, sin embargo, el silencio, casi como si de un barco fantasma se tratase, imponía su severa ley. En la cámara de oficiales apenas había actividad, tanto la capilla como las estancias médicas ya habían sido clausuradas. Las puertas estaban cerradas… Tristeza y anécdotas entre los miembros que quedaban de la dotación. Síntomas de que el portaviones había entrado en la recta final de su historia.

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