El previsto fin de la construcción de buques en los astilleros de Unión Naval de Valencia supondrá finiquitar más de un siglo de una actividad industrial que ha dejado una profunda identidad propia en los barrios marineros de la ciudad. 

 Seguirá efectuando labores de reparación y mantenimiento 

LEVANTE, 31 May. (Valencia).- La decadencia de la industria naval en el conjunto de España no ha sido ajena a estas instalaciones del Grao, que habían conseguido mantenerse a flote después de que el grupo Boluda comprara la empresa a mediados de los años noventa al Banco Santander, que quería deshacerse de un negocio que por aquel entonces le resultaba ruinoso. La especialización de las atarazanas valencianas en determinados buques como remolcadores, quimiqueros y ferris permitió sostener la compañía, aunque progresivamente fue reduciendo su tamaño y su volumen de negocio. Tan es así que en la actualidad sólo daba empleo a 81 trabajadores propios y a unos 300 de empresas subcontratadas.

Sin embargo, la decisión de la UE de suprimir las ventajas fiscales de que disfrutaban los astilleros españoles ha supuesto la puntilla al negocio: la pérdida de las rebajas de hasta el 30 % ha anulado la competitividad frente a otros países y los encargos de nuevos buques han quedado reducidos prácticamente a cero. No obstante, la continuidad de la compañía para labores de reparación y mantenimiento de barcos permitirá mantener una actividad mucho más reducida al menos hasta el año 2027, lo que a su vez puede servir para alejar las tentaciones especulativas sobre una golosa parcela de 60.000 metros cuadrados cuya titularidad es y debería continuar siendo pública.

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