Al naval ferrolano se le acaba el tiempo. O logra nuevos encargos con urgencia o se verá abocado a partir del próximo verano a la mayor crisis de su historia. Los astilleros públicos de Navantia en Fene y Ferrol -las antiguas Astano y Bazán- entregarán en un plazo de seis meses el primer megabuque para la Armada de Australia y la quinta fragata F-100 para la española.

 La falta de pedidos, de financiación y los recortes amenazan a Navantia.

 LA VOZ DE GALICIA, 23 Ene. (Ferrol).- A partir de entonces se quedarán solo con la terminación del segundo barco anfibio para el país australiano, pero si no llegan nuevos encargos, los más de 5.600 empleos directos y auxiliares que dependen aún hoy de la industria de construcción y reparación de buques en la ría se verán seriamente comprometidos. Solo en el último medio año se han destruido 700 empleos de las compañías complementarias, y alguna ya ha presentado concurso voluntario de acreedores.

Ferrolterra está curtida en crisis navales, un sector cíclico en el que se suceden épocas de bum, como la anterior, con otras de recesión. Pero hasta ahora no se habían conjugado tantos factores en contra al mismo tiempo. Así, sus dos astilleros, que comparten las mismas obras porque pertenecen a la misma empresa y están solo dedicados al sector militar, se quedarán prácticamente al mismo tiempo sin ocupación, una situación insólita en la ría.

Navantia tenía puestas grandes esperanzas en la obtención de un contrato para la fabricación de un buque logístico para Noruega, pero ni siquiera ha llegado a la fase final del concurso. Y no se prevé que algunas de las negociaciones a nivel internacional que podrían suponer carga de trabajo para las factorías públicas gallegas den sus frutos a corto plazo.

Gasto de Defensa

La grave crisis económica y los recortes que vienen aplicando los últimos Gobiernos en todas las carteras ministeriales han derivado en una reducción acusada del presupuesto de Defensa, lo que limita seriamente las posibilidades de que el encargo de nuevos buques proceda de la cartera de Pedro Morenés. Además, la situación financiera de la compañía pública atraviesa por uno de sus momentos más comprometidos: a falta de conocer el balance oficial, cerró el 2011 con unas pérdidas de 80 millones de euros y una deuda acumulada -en parte por las demoras del ministerio en pagar sus barcos- superior a los 3.000 millones.

«La situación no es complicada, es crítica. Llevo 39 años en la empresa y es la peor que recuerdo, por la falta de trabajo y la situación política y financiera», advierte Fernando Sinde, presidente del comité de empresa de Navantia Ferrol. Al otro lado de la ría, en Fene, con un censo de trabajadores que no llega a las 400 personas, la antigua Astano también tiembla por su futuro. «En el mes de junio empezaremos a tener problemas tanto la plantilla directa como la auxiliar», lamenta Jorge Prieto, portavoz de los operarios.

En caída libre, el naval ferrolano ha destruido desde septiembre siete empleos al día.

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