Este desconocido escualo, que supera los cuatro metros de longitud, sólo se había visto vivo en la isla colombiana de Malpelo, de donde ha desaparecido Desde que el verano pasado el fotógrafo canario Francis Pérez realizara la mejor y más larga observación que nunca se haya hecho del tiburón solrayo (Odontaspis ferox), el investigador del Centro Oceanográfico de Canarias del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Pedro J. Pascual Alayón prepara el seguimiento de esta enigmática especie, que  desde hace cinco años se viene observando en la Reserva Marina del Mar de las Calmas en la isla de El Hierro.

En El Hierro se observaron por primera vez en 2006 y desde entonces han aparecido cada verano
 
IEO, 18 May. (Madrid).- El pasado verano, los días 7 y 8 de agosto, se avistó, por quinto año consecutivo, al enigmático tiburón solrayo en las costas de El Hierro, y el fotógrafo submarino Francis Pérez pudo realizar la mejor observación realizada hasta la fecha en todo el mundo.
 
Este desconocido tiburón, incluido en la lista roja de la UICN en situación vulnerable, se piensa que habita a profundidades entre 400 y 1.000 metros y que, sólo las hembras, cada dos años, emergen a aguas costeras para alumbrar a sus crías.
 
Hasta que en 1999 se observara al solrayo en las costas de la isla colombiana de Malpelo, jamás se le había observado vivo. “Su presencia generó una avalancha de buceadores que querían ver y filmar al animal”, explica Pascual. “Al principio era muy manso, dejándose incluso tocar, y, ahora, en cuanto detecta a un submarinista huye, y ya no se deja ver desde hace algunos años”, añade.
 
En El Hierro se observaron por primera vez en 2006 y desde entonces han aparecido cada verano. Sin embargo, la especie ya había sido citada en aguas canarias. Los pescadores lo conocen como sarda. Se han registrado varias capturas accidentales de esta especie, especialmente en las islas occidentales donde existe un talud pronunciado y rocoso. Estas capturas se producen normalmente en profundidades en torno a los 500 metros de profundidad, junto al talud insular o en montañas submarinas. Los ejemplares de mayor tamaño superan los cuatro metros y llegan a pesar más de 400 kilogramos.
 
Los avistamientos del solrayo en la isla de El Hierro coinciden con el momento más delicado de la especie: el alumbramiento de sus crías. “El solrayo es una especie con un crecimiento muy lento. Puede llegar a vivir más de 40 años, su reproducción es bianual y cada hembra se cree que alumbra dos ejemplares en cada ocasión, lo que hace todavía más delicado el momento”, subraya Pascual.
 
Lo ocurrido en Malpelo pone de manifiesto el estrés que el buceo puede llegar a causar a esta enigmática especie. “En El Hierro podría llegar a pasar lo mismo si no se gestiona y temporaliza la actividad”, advierte Pascual. En la actualidad, no hay otro lugar en el mundo donde se pueda observar al solrayo y es importante no perder la oportunidad de conocer un poco mejor a esta especie. Pascual propone que “se debería establecer un tiempo máximo de observación, hacer cupos y ponerse en lista de espera para bucear en esta zona”.
 
Reproducción
 
El solrayo tiene una estrategia reproductiva curiosa. Al contrario que la mayoría de peces, este tiburón produce muy poca descendencia, pero esta es autónoma desde que nace. El solrayo es un animal ovovivíparo, es decir, sus crías nacen de un huevo pero éste se desarrolla y eclosiona en el vientre materno. Además, los embriones practican la adelfofagia o canibalismo intrauterino, esto significa que el mayor de la camada se alimenta de sus hermanos en las últimas fases del desarrollo. El ejemplar superviviente puede llegar a medir más de un metro tras el parto.
 
El alumbramiento nunca se ha observado y según Pascual sería “espectacular” si pudiese filmarse ese momento. La mayoría de especies de tiburón comparten la misma estrategia: donde viven no paren. No se sabe muy bien por qué aunque la hipótesis más aceptada es que de esta forma evitan la depredación por parte de otros tiburones de su especie.
 
Lo poco que se conoce sobre la biología del solrayo es en gran medida por la extrapolación del conocimiento que se tiene de un pariente cercano: el tiburón toro (Cacharhinus taurus). Esta especie es bastante común en los acuarios de todo el mundo donde se ha logrado su reproducción.
 
Seguimiento
 
Pedro J. Pascual, experto en tiburones, ha escrito varios libros sobre estos animales y, en la actualidad, ultima detalles de un tratado sobre Tiburones y Rayas presentes en las aguas del Atlántico Norte, que saldrá pronto publicado.
 
Pascual no quiere perder la oportunidad única de estudiar al solrayo y, pese a las dificultades económicas para llevar a cabo este proyecto, está preparando el seguimiento del escualo ante su posible llegada a las costas de El Hierro.
 
En primer lugar, la idea es continuar con la identificación de los ejemplares de la población herreña de esta especie, gracias a las excepcionales fotos y filmaciones que realizó el fotógrafo Francis Pérez el pasado verano. Tratará, junto al fotógrafo, observar el alumbramiento, estudiar la temporalidad reproductiva y demostrar que, tal como se cree, ésta se produce de forma bianual.
 
En una segunda fase de estos estudios, se intentarán marcarán los ejemplares avistados con sensores de temperatura y profundidad. Estos instrumentos ofrecen un registro continuo de información que permite definir el hábitat del animal.
 
“Lo principal del proyecto, y la idea que ha de acompañar todas sus acciones, es concienciar a la gente, y transmitir la idea de que los tiburones no son enemigos peligrosos y difundir un mensaje claro e inequívoco que fomente su protección y conservación”, apunta Pascual.
 
“El estudio debería dar lugar a una serie de consejos de gestión para las autoridades de El Hierro y la Reserva Marina para que esto se gestione bien y no se produzca un circo mediático como paso con el mero Pancho”.
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