Los expertos aconsejan a España situar el primer futuro parque eólico marino en aguas profundas, por el rechazo social a su impacto visual.

La plataforma litoral española dificulta la ubicación de parques eólicos en la mar

 

¿La distancia óptima de un parque eólico marino (off shore, en la jerga del sector)? “Fuera del alcance de la vista”, sentenció ayer Jacob Ladenburg, miembro del Danish Institute of Governement Research, durante el simposio que analiza entre ayer y hoy en Madrid los impactos socioeconómicos y medioambientales del desarrollo de esta tecnología.

 

Ladenburg es autor de un estudio sobre la percepción social de la energía eólica en alta mar en Dinamarca, uno de los países de mayor desarrollo de esta tecnología.La cita, organizada por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales, es la primera que intenta dar luz sobre la repercusión que tendrá en los ecosistemas este modo de producción de energía de origen renovable, de la que Europa es líder mundial, con 813 aerogeneradores instalados en 32 parques.

 

España, donde aún no se ha instalado ningún parque en alta mar, presenta dificultades por su orografía para apartar estos inmensos molinos de la costa. “Si nos alejamos 9, 10 u 11 kilómetros, el mar ya tiene entre 50 y 60 metros de profundidad, y esto limita mucho las áreas donde se puede instalar”, según Xavier Pastor, director ejecutivo de la organización no gubernamental Oceana, que trabaja en la protección y recuperación de los océanos.

 

Sin embargo, el estudio danés arroja que cuando “hay un gran impacto visual, la percepción es negativa”. Pero los costes no viajan en la misma dirección que la estética. Cuanto más lejos se instalen los molinos, más caro resulta, porque pasan de ser estructuras fijadas al lecho marino, a flotar sobre el océano, un paso que requiere mayor inversión en tecnología y más distancia de cable para transportar la energía hasta la costa.

 

Los encuestados de perfil más joven aceptan convivir con la visión de las aspas de color blanco en el horizonte marino si de ello depende pagar menos en la factura de la luz. Pero en cualquier caso, el equipo del que Ladenburg considera que la clave es ofrecer información. “Es necesario concienciar a la ciudadanía de que no les estamos engañando, involucrarla, sobre todo a escala local”.

 

El simposio ha querido recibir a los mejores profesionales de Europa conocedores de los impactos socioeconómicos y medioambientales de esta energía que los ecologistas de Oceana ven como un mal menor “frente a la que se nos avecina con el cambio climático”, según Xavier Pastor, y la industria, de la mano de Acciona, considera “una herramienta para paliar la dependencia de los combustibles fósiles”. Para los expertos, “después de haber destruido la costa, esta es la oportunidad de hacer bien las cosas”, según Andrew Gill, experto en la Universidad de Cranfield en el análisis de la influencia del campo electromagnético de las turbinas en la alimentación y comunicación de los peces.

 

¿Tiene la eólica marina efectos medioambientales? Sin duda. Afecta a las corrientes migratorias de las aves, el ruido puede despistar a los cetáceos, el movimiento de las palas ha dejado cientos de aves muertas en las plataformas de investigación en alta mar. La lista es larga. Pero no es imposible que el interés económico, social y medioambiental convivan, al menos por ahora.

Be Sociable, Share!